BID: textos universitaris de Biblioteconomia i Documentació

Número 8, juny 2002


¿Qué es justo?: modelos de precios en la era electrónica1

[Versió catalana]

Lluís Anglada

Director del Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya

 

Núria Comellas

Técnico de proyectos del Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya

 


Resum

Las características particulares de los recursos electrónicos —acceso remoto y usuarios simultáneos— permiten un uso más extensivo y compartido de la información en este formato. Los consorcios de bibliotecas existen para ayudar a sus bibliotecas miembros a obtener mejores precios: comprar un acceso conjunto para un mayor número de usuarios. Los editores comerciales, por su parte, intentan combinar sus intereses con las posibilidades técnicas y las demandas de las bibliotecas. Aun cuando los modelos de precios y la tipología de licencias han mejorado mucho desde los primeros años, actualmente algunos de los parámetros usados en el cálculo de precios son claramente desfavorables para algunos consorcios. El Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya (CBUC) difundió durante la primavera del 2001 en las listas de correo electrónico más adecuadas la declaración Why some libraries and consortia are paying too much for e-information. Este artículo pretende ampliar los puntos de vista apuntados en la declaración.


Introducción

Las bases de datos bibliográficas en CD-ROM no fueron pensadas para ser usadas en red y por eso sus precios eran unitarios, es decir, los productos tenían un precio independientemente del cliente porque sólo podían ser usadas por un usuario a la vez. En 1991 la Universitat Politècnica de Catalunya en Barcelona hizo los desarrollos técnicos necesarios para permitir la consulta de la misma base de datos desde más de un ordenador. A continuación se escribió a los distribuidores de bases de datos para pedirles nuevos precios que se ajustasen a una nueva realidad. Las respuestas de los distribuidores fueron entonces de tres tipos. Unos dijeron que no tenían aún un modelo de precio para la nueva realidad. Unos segundos dieron un precio desorbitado. Finalmente, un tercer grupo dio un precio razonable que se ajustaba al nuevo entorno en el que el mismo producto podía recibir más de un uso a la vez. Ni que decir tiene que los desarrollos de la década de los 90 han dado la razón a los que se adaptaron rápidamente a un entorno tecnológico nuevo que posibilitaba realidades nuevas.

La realidad no obstante, no se configura sólo a partir de novedades. Algunos elementos del pasado continúan incidiendo con fuerza en el presente. La situación actual con respecto a la adquisición de materiales bibliográficos para las bibliotecas es de este tipo. La denominada crisis de las revistas tiene su origen en el enorme crecimiento de la información científica que se produjo a partir de los años 60, crecimiento del que también se beneficiaron las bibliotecas y sus colecciones (Branin, 2000).

El crecimiento ha sido cuantitativo en dos sentidos. En primer lugar, se publica más. Actualmente los artículos publicados cada año doblan en número los publicados hace veinte años (Cox, 2000). En segundo lugar, los precios de las revistas y de los libros han crecido más de lo que lo han hecho los presupuestos que las bibliotecas tienen para comprar. Los números pueden ilustrar mejor que las palabras esta última afirmación. Según las estadísticas de la Association of Research Libraries (ARL), entre 1986 y 1999 el precio de las revistas creció un 207% y el de las monografías un 65%. A la vez, los presupuestos de las bibliotecas para suscribir revistas crecían un 170% y los dedicados a comprar libros un 34%. Mientras tanto los títulos de revistas suscritas decrecían un 6% y las monografías compradas decrecían un 26% (SPARC, 2000).

Para dar otros datos, la media del presupuesto de compras de las ocho universidades del Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya (CBUC) (http://www.cbuc.es) ha crecido un 70% en el período 1994-2000. Concretamente, el incremento presupuestario destinado a la suscripción de revistas ha sido del 93%, mientras que el dedicado a la compra de libros ha sido del 21%. Pese a este último incremento, en el año 2000 se han comprado un 3,65% de monografías menos que en 1994.

A lo largo de estos años se han oído a menudo los argumentos de los editores que justificaban los aumentos de precios a partir de los incrementos de sus costes, de la mayor cantidad de información incluida en cada revista y de las necesidades de inversión en investigación y desarrollo para hacer frente a la edición electrónica. Las bibliotecas han hecho sentir sus quejas, pero quizá han argumentado poco que sus intereses son ofrecer más y mejor información a sus usuarios. Los fríos números con los que se puede describir la crisis de las revistas (serial crisis) esconde los esfuerzos de muchas personas y instituciones por encontrar más dinero para hacer frente a los incrementos anuales de las suscripciones que algunos años (combinado con efectos de cambio de moneda) han sido de hasta el 22%, mientras que los presupuestos ordinarios crecían por debajo del 4%.

Si bien es cierto que lo que no cuesta nada no tiene valor, también lo es que el coste es un fenómeno inhibidor del uso y que la utilización de la información es uno de los objetivos primordiales de las bibliotecas. La progresiva digitalización de la información (especialmente la usada en universidades y para la investigación) ha creado un nuevo entorno en el que se puede hacer frente al círculo infernal de continuar solicitando más dinero para poder comprar menos información.


Un nuevo entorno: comprar consorciadamente

La aparición de los consorcios de bibliotecas en la segunda mitad de la década de los 90 es un fenómeno clave para explicar la realidad bibliotecaria actual (Bostick, 2001; Kropp, 1998; Potter, 1997). A diferencia quizá de otros desarrollos bibliotecarios que se expanden con menos rapidez o que quedaban circunscritos a los EUA o al Reino Unido, los consorcios han aparecido también en Europa (Catalunya: Anglada, 1999; España: Duarte, 2000; Finlandia: Salonharju, 2000; Italia, Giordano, 2000; etc.). En diciembre del 2001 se celebró la tercera reunión del European International Coalition of Library Consortia que reunió unos 100 delegados de consorcios de 27 países europeos.

Aunque no toda la actividad de los consorcios se centra en la compra conjunta de información electrónica, una parte muy importante de sus esfuerzos se dirige a esta finalidad. En el pasado, las bibliotecas habían dirigido también, una parte importante de sus esfuerzos a compartir información, pero las premisas de la edición en soporte papel habían hecho que esta actividad fuera una de las menos exitosas de la tarea cooperativa de las bibliotecas. La información electrónica accesible en red puede ser comprada conjuntamente y utilizada conjuntamente.

Que una cosa sea posible no implica que esta cosa pase al dominio de la realidad. Recordemos que no todos los editores de bases de datos en CD-ROM facilitaron modelos de precios que permitían instalar los productos en red. El nuevo entorno ha creado no obstante, una realidad nueva en la que los editores permiten comprar conjuntamente información a consorcios de bibliotecas y ofrecen tener información a un menor precio o más información a un precio similar.

Los factores que han posibilitado esta nueva realidad han sido un encuentro de intereses entre editores y bibliotecas que ha creado una situación de “gana-gana” que sólo es posible en momentos de cambio de paradigma como el que vivimos actualmente

Repasemos en primer lugar las ventajas de las compras consorciadas para los editores:

Para las bibliotecas, las ventajas no son menores, aunque son de otro tipo. Las principales son:

Estos acuerdos tienen en su base dos elementos complementarios. Por una parte, para el editor, el coste de la información electrónica que no sería comprada si no fuera de forma consorciada tiene un valor marginal. Por otra, las bibliotecas y las instituciones que las soportan pueden hacer esfuerzos económicos si lo que obtienen a cambio es un incremento sustancial de la información que ponen a disposición de sus usuarios.

Si el entorno es, pues, tan favorable, ¿qué dificulta aún que no se produzcan más acuerdos de compra consorciada? El problema es hoy establecer nuevos modelos de precio, modelos que han de ser razonables y estables. Actualmente los modelos de precios para información electrónica comprada consorciadamente se pueden dividir en dos grandes grupos: los basados en el gasto corriente del producto, y los basados en las dimensiones o características de las instituciones. Normalmente el primer modelo de precios se aplica a revistas electrónicas y el segundo a bases de datos.


Modelos de precios basados en el gasto corriente (holdings)

El número de revistas que se ofrecen en formato electrónico (de momento mayoritariamente de forma paralela a su edición en papel) se incrementa rápidamente. Son no obstante los editores que concentran un importante número de títulos los que están ofreciendo nuevos modelos de precios que favorecen las compras conjuntas.

El hecho es que se hacen más acuerdos consorciados para el acceso a revistas electrónicas que para suscribir conjuntamente bases de datos. Esto puede ser debido a dos factores. El primero, que no analizaremos, es que posiblemente sean estos los acuerdos que den una mejor relación de coste-beneficio. El segundo, es que son los acuerdos que tienen unos modelos de precio más claros y razonables

Los acuerdos consorciados de este tipo se basan en establecer un “precio base” por el conjunto de revistas a las que las bibliotecas consorciadas tendrán acceso, y este se establece de forma más o menos fácil a partir de la suma de los costes de las colecciones en papel suscritas de forma individual por las bibliotecas incluidas en el acuerdo. El establecimiento del precio base no siempre es fácil, debido a que puede ser difícil establecer de forma precisa cuáles son las colecciones suscritas (algunas suscripciones pueden ser realizadas por un departamento al margen de la biblioteca de la universidad, algunas cancelaciones pueden no estar contabilizadas, puede que se tenga que pedir información a intermediarios...) También los diversos editores siguen políticas diferentes sobre si incluyen o no los duplicados internos, estos pueden no contabilizarse si son dentro de una institución pero sí si lo son de bibliotecas diferentes, etc.

Una vez se ha establecido el precio base, hay dos modalidades básicas de pago: “papel + electrónico” (print plus electronic) o bien “electrónico + papel” (electronic plus print). El primero consiste en añadir un sobreprecio al precio base (add-on) —normalmente un porcentaje sobre éste— para dar acceso electrónico a las revistas incluidas en el acuerdo. El segundo es el mismo con la excepción de que el precio base se aplica al acceso electrónico y el sobreprecio a las revistas que se reciben en papel. Los dos modelos tienen implicaciones mucho más importantes que las que podrían parecer a simple vista. El modelo “papel + electrónico” se basa en la estabilidad de las colecciones impresas puesto que si se permitieran cancelaciones el precio base bajaría indefectiblemente. Por otra parte, los incrementos anuales no son los mismos para las colecciones en papel que para las electrónicas (los de las revistas en papel son bastante superiores), de manera que un acuerdo consorciado basado en la modalidad “papel + electrónico” incrementa anualmente el gasto mucho más que otro acuerdo similar basado en la modalidad “electrónico + papel”. Debido a las incertidumbres del archivo perpetuo de las revistas electrónicas y de su accesibilidad en el supuesto que el acuerdo no se renueve, muchos consorcios prefieren todavía la opción basada en el “papel + electrónico”.

En la modalidad “papel + electrónico” el acceso electrónico a las revistas se puede ofrecer a diferentes sobreprecios. A veces (y probablemente, de forma temporal) con un sobreprecio cero, pero más frecuentemente el sobreprecio puede estar alrededor del 15%. En estos casos, como hemos dicho, los acuerdos están vinculados a una cláusula de “no-cancelación del papel” en el contracto. En la modalidad “electrónico + papel” el precio base da acceso a las revistas electrónicas y puede ser de entre el 90 y el 100% y las revistas en papel son suscritas a un 25 o 10% de su precio, respectivamente. Como se puede observar, esta opción permitiría en la teoría que algunas o todas las bibliotecas del consorcio cancelaran todas las revistas en papel haciendo que asumieran una opción de “sólo electrónico”. En este caso, el total a pagar, según el porcentaje aplicado al precio base, podría ser inferior al coste de las mismas revistas en papel (un 90%) o igual (un 100%).

En cualquier caso, las bibliotecas siempre reciben más información gracias al mecanismo del acceso cruzado que forma parte del acuerdo. La Update no. 1 del Statement of current perspective and preferred practices for the selection and purchase of electronic information pide que el precio base por el acceso electrónico no sea superior al 80%, y que el precio conjunto de electrónico y papel no supere el precio del papel (ICOLC, 2001).

Las licencias que están ofreciendo los editores son cada vez más parecidas como efecto de la importante tarea de presión y de unificación que han tenido distintas iniciativas al respecto, llevadas a cabo por asociaciones y grupos de bibliotecas (Giavarra, 2001; ICOLC, 2001; Klugkist, 1999). Aun así, la negociación de los acuerdos presenta multitud de variaciones sobre el mismo tema (forma de acceso si no se continúa el acuerdo, restricciones en el acceso, acceso a números de años anteriores, etc.) y las licencias resultantes pueden diferir las unas de las otras. A pesar de todo, los modelos de precios basados en el coste de las publicaciones impresas son por el momento los más extendidos y son los que están permitiendo que las bibliotecas ofrezcan a sus usuarios una “masa crítica” de información electrónica que haga que estos se inclinen de forma decisiva hacia la utilización de las revistas electrónicas. Los editores tendrían que considerar que la transición de la biblioteca papel al acceso electrónico cuenta con numerosas resistencias derivadas de la inercia del paradigma papel y que la tarea de contratación consorciada es la que puede hacer lograr más fácil y rápidamente esta masa crítica que incline la balanza hacia un entorno nuevo.


Modelos de precios basados en las dimensiones o características de las instituciones

Con respecto a las bases de datos —que por otra parte cada vez incluyen más texto completo— pero también para el acceso a algunas revistas electrónicas, los modelos de precios no son tan claros ni, a veces, razonables. En estos casos los precios ofrecidos a consorcios se basan en diversos factores que se combinan en cada caso y según las bibliotecas del consorcio para dar el precio final. Los factores determinantes en la fijación del precio consorciado varían entre los diferentes editores; los más frecuentes son: número de estudiantes/profesores en el área temática cubierta por la base de datos, número total de estudiantes de las universidades del consorcio, número de instituciones participantes y número de campus de las instituciones del consorcio.

A veces la fijación del precio consorciado se hace a partir de descuentos según el número de suscriptores o a partir de un precio base bajo para cada institución que participa en el acuerdo, precio base que se incrementa en función de los valores que tomen los factores mencionados más arriba. Pero algunos de los factores más usados por los editores no son razonables para las bibliotecas, al menos las de fuera del ámbito anglosajón.

El Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya expuso los argumentos que siguen a consideración internacional en una declaración pública para que los proveedores de información y las bibliotecas trabajen para establecer modelos de precios razonables (CBUC, 2001). Se considera que los modelos de precio no son aún estables y que, sin duda, se han basado en el contexto anglosajón (y más concretamente el de los EUA). Algunos consorcios y bibliotecas de fuera de este ámbito están pagando mucho más por la información que compran y eso es debido a los factores siguientes.

A menudo el factor base para calcular el precio consorciado de una base de datos es el número de estudiantes a tiempo completo o full time equivalent (FTE) del total de estudiantes de las universidades del consorcio. Pero el cálculo de la magnitud de una universidad basándose en los estudiantes FTE no es aplicable en muchos países europeos puesto que ni las universidades ni las administraciones educativas tienen los datos de sus estudiantes en FTE. Esto comporta que los cálculos hechos por los proveedores a menudo se basen en un número de estudiantes en la práctica superior al de los países que dispongan de esta figura. En el caso de España, probablemente los FTE no sean más de 2/3 de los estudiantes considerados como tal en una universidad.

Todavía, en las sociedades de algunos países la universidad juega una función ocupacional de la juventud. Paradójicamente, los países del sur de Europa tienen más estudiantes en las universidades (respecto al número de jóvenes en edad universitaria) que los países del norte. Este número más elevado de estudiantes universitarios no comporta un número equivalente de titulados universitarios. La naturaleza de la universidad hace que el nivel de fracaso escolar sea muy alto y que estudiantes contados como tales a efectos de fijación de precios no lo sean a efectos reales.

Los modelos de precios que se basan en campus no son tampoco aplicables en muchos casos en los países europeos. Por ejemplo en España, las universidades se crearon generalmente en núcleos urbanos, cosa que ha hecho que su expansión les haya llevado a tener que crear más de un campus por universidad, situación que en los EUA y para universidades similares en dimensiones tendrían un solo campus.

Es necesario tener también en consideración el uso real de la información en países en los que el método tradicional de la enseñanza universitaria se basa en clases magistrales y en el estudio de apuntes. Esto tiene una clara incidencia en la utilización de la información en las bibliotecas. Se pueden comparar indicadores (por ejemplo de préstamo/estudiante; o de demandas de préstamo interbibliotecario, o de consultas en bases de datos ...) y en todos los casos se comprobarán usos muy menores de la información (por ejemplo: entre España y el Reino Unido de 1 a 4, y de 1 a 7 respecto a los EUA).

Finalmente, la gran mayoría de las bases de datos y de revistas electrónicas tienen un perfil anglosajón y se publican en inglés. Algunos países, entre ellos España, tienen un nivel muy bajo de conocimiento del inglés (incluso entre la población universitaria). Este fenómeno constatable estadísticamente incide de forma clara en una potencialidad menor a la hora de consumir información electrónica.

Pese a la inestabilidad y variabilidad en estos modelos de precios, también se están produciendo numerosos acuerdos consorciados de suscripciones de bases de datos. En algunos casos son los intermediarios comerciales los que forman consorcios para que las bibliotecas participantes puedan compartir suscripciones en determinados productos y beneficiarse de precios más competitivos que los que se obtienen de forma individual.

A falta de tener el precio del equivalente en impreso como referente, las negociaciones entre consorcios y editores se mueven en terrenos ambiguos. Los editores evalúan las expectativas de venta que tendrían si el acuerdo consorciado no se produjera y las bibliotecas valoran si el descuento respecto el precio individual compensa los inconvenientes de un acuerdo conjunto.

Por lo demás es necesario destacar iniciativas loables por parte de algunos editores que ofrecen revistas electrónicas gratuitas o bien a un precio muy asequible a países en vías de desarrollo o con economías débiles. Casos concretos son los programas para proveer estos países de información en ciencias de la salud mediante la Organización Mundial de la Salud, y la respuesta de los editores científicos y técnicos al proyecto Open Society Institute Electronic Information for Libraries (eIFL) (pueden ver más ejemplos de este tipo de iniciativas en http://www.library.yale.edu/~llicense/develop.shtml).


Conclusiones

Las políticas de adquisiciones de las bibliotecas se han basado tradicionalmente en una selección “título por título” de los productos comprados o suscritos. Las compras consorciadas tienen no obstante, el atractivo de incluir en el acuerdo revistas no suscritas previamente. Estas se pueden limitar a las revistas accesibles a través del acceso cruzado consorciado o bien se pueden extender a la totalidad de los títulos de un editor. Kenneth Frazier se ha referido irónicamente a estas compras masivas con el nombre de Big Deal (Frazier, 2001) y advierte de los peligros de comprar revistas que nadie quiere y de incrementar la dependencia de las bibliotecas respecto de los editores.

Diferentes estudios han mostrado que la rigurosa selección de la información hecha por las bibliotecas conducía a comprar conjuntos importantes de información que no se usaban nunca o prácticamente nunca. Los estudios hechos por OhioLINK sobre su Big Deal con Academic Press y Elsevier muestran que el 51% de los artículos visualizados eran de revistas no suscritas previamente en papel (Sanville, 1999). Resultados similares se están produciendo entre las bibliotecas de consorcios que han optado por comprar toda la colección de revistas electrónicas de un editor, aunque todavía es temprano para poder hacer una evaluación más concluyente. Un estudio Delphi realizado entre expertos muestra la creencia de los mismos que, las compras masivas ofrecen mucha más información a un precio razonable, lo cual añade valor a la inversión (Keller, 2001); curiosamente, esta opinión es sustentada con más fuerza entre los expertos no bibliotecarios que entre los bibliotecarios.

La extensión de las compras consorciadas depende de dos factores. El primero es la facilidad con la que editores y bibliotecas lleguen a establecer modelos de precios que puedan ser fáciles de negociar, estables y razonables. El segundo es la facilidad con la que las bibliotecas lleguen a distribuir internamente los costes de sus compras consorciadas, pero esta es ya otro tema.


Referencias bibliográficas

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Fecha de recepción: 16/5/2002   Fecha de aceptación: 21/5/2002




Notes

1   La versión inglesa de este artículo ha sido publicada en la revista Library Management, vol. 23, no. 4/5 (2002), p. 227–233.