Preservando el patrimonio del cómic: la Billy Ireland Cartoon Library & Museum

 

[Versió catalana]


Francisco Saez de Adana

Doctorando, Departament de Comunicació
Universitat Pompeu Fabra

 

Resumen

En este artículo se presenta una institución dedicada a la preservación y estudio del cómic, fundamentalmente de los clásicos norteamericanos publicados en tiras de prensa: la Billy Ireland Cartoon Library & Museum de la Ohio State University. Esta institución se caracteriza por su carácter único en lo que se refiere a la conservación del patrimonio artístico de la historieta. Se analizan las dificultades que tiene la conservación de la documentación de un medio tradicionalmente considerado dentro de la cultura popular y se muestra un ejemplo de una de las colecciones conservadas en el archivo de la biblioteca, lo que permite entender la cantidad y variedad de material que se debe conservar en un archivo de este tipo.

Resum

En aquest article es presenta una institució dedicada a la preservació i a l’estudi del còmic, fonamentalment dels clàssics nord-americans publicats en tires de premsa: la Billy Ireland Cartoon Library & Museum de l’Ohio State University. Aquesta institució es caracteritza pel seu caràcter únic pel que fa a la conservació del patrimoni artístic de la historieta. S’analitzen les dificultats que té la conservació de la documentació d’un mitjà tradicionalment considerat dins de la cultura popular i es mostra un exemple d’una de les col·leccions conservades a l’arxiu de la biblioteca, cosa que permet entendre la quantitat i la varietat de material que s’ha de conservar en un arxiu d’aquest tipus.

Abstract

This article provides an introduction to the Billy Ireland Cartoon Library & Museum of the Ohio State University. This research library is dedicated to the study of North American cartoons and comic art and has important collections in such areas as the classic daily comics and the Sunday strips of the press. The library is also unique in its work in conservation, and the article analyzes the difficulties involved in conserving documents produced in what are traditionally considered popular, disposable media. It also examines one of the library’s collections, which gives the reader a sense of the variety and volume of the material held in this kind of institution.

 

1 Introducción

La presencia del cómic en las bibliotecas es una realidad actual. Primero en el ámbito anglosajón (O’English et al., 2006; Wagner, 2010) y luego en el ámbito español (Paños, 2008; Gallo-León, 2017) el cómic ha ido entrando paulatinamente en las bibliotecas, siguiendo un poco el camino de su introducción en el ámbito académico con diferentes cursos que se imparten en varias universidades y con la creación y posterior crecimiento de lo que se puede denominar como estudios de cómic, que ha dado lugar a la profusión de tesis doctorales, congresos y revistas académicas alrededor del mundo del cómic.

Gallo-León (2017) pone de manifiesto la dificultad de la selección de obras que deben incluirse en una biblioteca que quiera disponer de un fondo adecuado relacionado con el cómic. En ese artículo se mencionan los problemas que supone que muchas obras importantes en el ámbito del cómic se publiquen de forma serializada, lo que implica que, en múltiples ocasiones, algunas bibliotecas no disponen de todos los números de una determinada serie. Por un lado, se mencionan los problemas derivados de la publicación de series periódicas en forma de álbum, como Astérix o Tintín, que, en caso de ser muy extensas, suponen para la biblioteca la necesidad de adquirir y almacenar un número muy elevado de álbumes. Por otro, en el caso de series publicadas en forma de revistas periódicas, como es el caso de los comic-books norteamericanos, al problema de la extensión se le añade la fragilidad del formato, que dificulta en gran medida su conservación. Por ese motivo, resulta difícil encontrar publicaciones periódicas en formato revista en las bibliotecas de ámbito nacional, con alguna excepción como son las bibliotecas Can Fabra en Barcelona (Paños, 2008), Tecla Sala en L’Hospitalet de Llobregat (Cuadrado, 2003) o la Biblioteca Regional de Murcia (Funes Hernández, 2009), que tienen una pequeña muestra de cómics publicados en dicho formato. Más complicado aún es el tema de algunos clásicos norteamericanos que se publicaron en forma de tiras de prensa, insertos en las páginas de los periódicos, lo cual hace aún más difícil su recuperación, ya que se necesita conservar las páginas de esos periódicos donde fueron publicados.

Aunque algunas de las obras capitales de la historia del cómic que inicialmente se publicaron en revista o como tira de prensa han sido recopiladas en volúmenes, esta no es una afirmación que se pueda generalizar. Existen muchas obras fundamentales para entender la historia del medio que no han sido recuperadas y, en el caso de las tiras de prensa, algunas de ellas todavía son desconocidas hoy en día. Hay que tener en cuenta que se trata de obras no solo muchas veces reivindicables por su calidad artística, sino que corresponden a un periodo en el que el cómic era uno de los principales medios de entretenimiento. Las series más populares de prensa contaban con un número de lectores superior a los treinta millones diariamente en Estados Unidos (Caniff, 1946), por lo que su recuperación tiene también un importante valor histórico y social. Por este motivo, no solo la obra en sí tiene interés, sino todo lo relacionado con sus autores y el proceso de creación, como sucede con las obras literarias, de las que se conserva la documentación asociada al autor o a la propia obra en los correspondientes archivos.

Por otro lado, el carácter híbrido del cómic, mezcla de palabra e imagen, hace que cobren importancia tres elementos que no entran en consideración en el caso del libro: el arte original, las pruebas de reproducción y la fuente de publicación original (en el caso de las tiras de prensa, el propio periódico), que permitan llevar a cabo una doble tarea, la de la recuperación de los clásicos de la historieta y la de su estudio desde un punto de vista artístico y académico. Se trata de documentos que en muchos casos tienen varias décadas de antigüedad y que, por tanto, su conservación se hace fundamental. No solo tienen el interés histórico que el manuscrito original pueda tener para un libro, sino que, en muchos casos, es la única fuente para recuperar obras de cómic que se creían perdidas (Duerr, 2017). Por ese motivo, una biblioteca que vaya más allá de incluir cómics entre su colección y que quiera centrarse en ese medio debe tener en cuenta todos estos factores a la hora de realizar su labor, que debe ser en cierta manera una labor intermedia entre la de una biblioteca y la de un museo, por ese carácter híbrido entre texto e imagen. Hay pocas instituciones en el mundo que realicen esta labor. Una de las pioneras, la Billy Ireland Cartoon Library & Museum, se encuentra en la Ohio State University y es el objeto central de este artículo. Esta institución dispone de una colección estimable de cómics publicados en formato de revista y una de las mejores colecciones de manga de Estados Unidos. Sin embargo, su motivación principal, que se refleja en la mayor parte de su fondo, corresponde a la conservación de las series publicadas en forma de tira de prensa, labor importante por la cantidad de obras maestras del cómic que se han publicado en ese formato y por el carácter efímero de su medio original de publicación: el periódico.

La dificultad de incluir en la colección de una biblioteca los cómics en formatos publicados de forma serial ha sido estudiada por varios autores (Ellis; Highsmith, 2000; Scott, 2005; Markham, 2009). Estos estudios se centran en la publicación de cómic en formato revista, lo que en Estados Unidos se conoce como comic-book. Sin embargo, hay dos aspectos que hacen única una institución como la que es objeto de este artículo. Por un lado, que, aunque está dentro del sistema de bibliotecas de la Ohio State University, se trata de un centro dedicado exclusivamente al estudio y conservación del cómic, en contraposición con otras experiencias (Scott, 2005; Markham, 2009) en las que se analiza la presencia de una colección de cómics en una biblioteca general. Por otro lado, el hecho de que la Billy Ireland Cartoon Library & Museum tome como objeto central de su colección el cómic publicado en los periódicos, las conocidas como tiras de prensa. Este aspecto condiciona enormemente todos los procesos de adquisición y conservación del material almacenado en esta biblioteca.

El objetivo principal de este artículo es presentar la biblioteca como centro de interés para los estudiosos del cómic estadounidense publicado en los periódicos, que es una de las formas artísticas más propias de Estados Unidos y que gozó de un enorme reconocimiento artístico y popular hasta finales de los años sesenta (Coma, 1984). Adicionalmente, como objetivos secundarios, se trata, por un lado, de comentar las dificultades históricas que ha tenido esta biblioteca para la adquisición, conservación y catalogación del patrimonio relacionado con el mundo de las tiras de prensa y, por otro, de presentar una de las colecciones más importantes disponibles en esta biblioteca, la colección de Milton Caniff, como muestra significativa del material que se conserva en una institución de este tipo. La metodología utilizada es fundamentalmente descriptiva, basada en la experiencia del autor de este artículo como usuario de la biblioteca en su labor de investigación sobre la obra del donante fundador de la institución, el propio Milton Caniff. Por ese motivo, toda la información recogida aquí, además de las fuentes mencionadas, proviene de las conversaciones del autor con el personal de la biblioteca, fundamentalmente, con Susan Liberator, coordinadora de los Servicios Públicos de esta institución.

 

2 La Biblioteca y Museo Billy Ireland

La misión principal de la Billy Ireland Cartoon Library & Museum es desarrollar una colección de investigación integral que documente el arte del cómic impreso norteamericano, organizar los materiales asociados a su creación y proporcionar acceso a estos recursos. El alcance de la colección incluye tiras de prensa, humor gráfico editorial, comic-books y novelas gráficas. Sin embargo, lo que le proporciona su carácter único es su labor en la conservación y recuperación del patrimonio asociado a las tiras de prensa norteamericanas, de manera que es todo el material relacionado con las tiras lo que constituye la mayor parte de su colección. Esta institución tiene su origen cuando, en el año 1977, el dibujante de cómics de prensa Milton Caniff donó su colección a la Ohio State University, institución en la que había sido estudiante. En aquel momento esta universidad no tenía ningún destino posible para una colección de estas características, puesto que ni siquiera se conocían otras bibliotecas que dispusieran de un material de este tipo, ya que simultáneamente solo se estaba creando una colección de cómics en la Michigan State University, pero más centrada en comic-books, como se comentará posteriormente (Scott, 2005). Por ese motivo, y a falta de un destino obvio, toda la documentación se transfirió al Departamento de Periodismo de la Universidad y se creó lo que se llamó la Milton Caniff Reading Room, de la que se encargó exclusivamente Lucy Shelton Caswell, quien en una entrevista pone de manifiesto esta concepción inicial claramente modesta:

«Caniff loved his university very much and truly believed that without the education he got here he would not have achieved the things that he did. So his sense of gratitude to the university was palpable […]. Somebody had to be responsible to make sure it was all there, and all the boxes had my name on it. When funding was made available to work on Caniff, I was offered a six-month appointment. I’ve been here ever since. The original collection was housed in the Journalism building. When I started working with it, we were in two classrooms that had been converted, a door cut between them, so that one was a reading room and one was a storage area». (Tauber, 2009).
 

 Figura 1. Imagen de la fachada de la Billy Ireland Cartoon Library & Museum

Figura 1. Imagen de la fachada de la Billy Ireland Cartoon Library & Museum
 

 Figura 2. Placa en honor a Milton Caniff

Figura 2. Placa en honor a Milton Caniff

 

Con el paso del tiempo, el material de que disponía esta biblioteca fue aumentando con otras donaciones y algunas adquisiciones, de tal forma que cada vez iba necesitando más capacidad de almacenamiento. Por ese motivo, la biblioteca sufrió varios cambios de nombre y ubicación en las décadas siguientes, hasta que en año 1989 recibió la denominación de Cartoon Research Library y se ubicó en el nivel del sótano del Wexner Center for the Arts de la Ohio State University. Esta institución pionera fue poco a poco estableciendo, bajo el liderazgo de Caswell, una reputación como la colección más importante de este país de obras de arte y materiales relacionados con los cómics de prensa.

Entre las posesiones más voluminosas e históricamente más importantes de la biblioteca se encuentra la San Francisco Academy of Comic Art Collection, que comprende las setenta toneladas de material histórico recopiladas por el pionero archivista Bill Blackbeard. Esta colección enorme y fundamental aún está siendo catalogada y es la base de numerosos libros que reimprimen tiras de prensa norteamericanas. La colección de Bill Blackbeard es un buen ejemplo de la dificultad de conservar el patrimonio del cómic publicado en los periódicos. A principios de los años sesenta, Blackbeard observó que las bibliotecas locales estaban microfilmando sus colecciones de periódicos y tirando las versiones en papel, alegaban que las copias en papel ocupaban demasiado espacio y se iban a descomponer rápidamente. Blackbeard comprendió inmediatamente los peligros que esto representaba para cualquiera interesado en usar los periódicos como fuente y en particular que esta circunstancia haría imposible preservar la historia de los cómics. A partir de la tira de prensa en papel es posible realizar una reimpresión y proporcionar a los lectores una buena idea del aspecto de un cómic publicado en prensa, algo que es imposible con un microfilme.

Blackbeard preguntó a su biblioteca local si podía conservar los periódicos que estaban tirando. La respuesta que recibió fue que como ciudadano privado no obtendría permiso. Sin embargo, podían ser donados a una institución. La solución de Blackbeard fue convertirse en una institución, y se convirtió en el director fundador de la San Francisco Academy of Comic Art en 1968. De esa manera, Blackbeard pudo salvar y rescatar todos los periódicos que fue capaz de almacenar antes de que fueran tirados a la basura. Posteriormente, formó una red de seguidores de los cómics, que se dieron a conocer a las bibliotecas de todo Estados Unidos para indicar que la San Francisco Academy of Comic Art era donde debían enviar esos grandes volúmenes encuadernados de periódicos (Blackbeard, 2003). Durante tres décadas de adquisición, Blackbeard acumuló setenta y cinco toneladas de material en su casa, tanto en la planta superior como en el garaje. En 1997 el dueño de la casa donde tenía la colección decidió no renovarle el contrato de alquiler, lo que obligó a buscar una nueva ubicación para su colección, entonces Blackbeard entró en contacto con Lucy Shelton Caswell, y en enero de 1998 seis camiones movieron la colección de California a Ohio (Robb, 2009).

Otra gran colección es la International Museum of Comic Art Collection, una gran cantidad de material recogido por Mort Walker para su antiguo museo. Otras colecciones incluyen la Colección de Jay Kennedy, la Colección de Bill Watterson (con la totalidad del arte original de Calvin y Hobbes), la Colección de Jeff Smith (con la obra completa de su serie Bone) o los archivos de la National Cartoonist Society y de la Association of American Editorial Cartoonists.

Evidentemente, conforme fue llegando este volumen de material, surgió la necesidad de una nueva instalación para albergar una colección de este tamaño, alcance y significado. Esto no fue posible hasta el año 2009, cuando se recibió una donación de siete millones de dólares de la Elizabeth Ireland Graves Foundation. La fundación fue creada por la familia del reconocido dibujante Billy Ireland, quien dibujó una página dominical llamada The Passing Show para el periódico local Columbus Dispatch desde 1908 hasta su muerte en 1935 (Caswell, 2007). Esta donación tuvo un gran significado para la biblioteca, ya que Ireland había sido el mentor de Caniff al comienzo de su carrera y una de sus mayores influencias para que este se dedicara a los cómics de prensa (Harvey, 2007). Además, trajo como consecuencia el cambio de nombre de la institución y sirvió de base para una importante campaña de recaudación de fondos liderada por Caswell, que finalmente resultó en la construcción de la Billy Ireland Cartoon Library & Museum. El noventa por ciento de los fondos para esta institución se recaudó de fuentes privadas.

En 2011 Caswell se retiró, dejando a cargo de Jenny Robb el traslado a la nueva instalación especialmente diseñada para albergar este tipo de material. Esta ubicación cuenta con tres espacios de exhibición en el segundo piso del edificio, la sala de lectura Lucy Shelton Caswell, la sala de seminarios Will Eisner, como homenaje al famoso dibujante de cómics, el salón de conferencias Jean y Charles Schulz, que recibe su nombre del creador de Peanuts y su mujer, que fue una de las más importantes donantes cuando se realizó la recaudación de fondos ya mencionada, y tres enormes espacios de archivo in situ que contienen obras de arte, libros, publicaciones periódicas, documentación y otros materiales que constituyen la colección de la biblioteca.

Dadas las características especiales de esta colección, consistente en diferentes obras de arte y periódicos y revistas, algunas de ellas con más de cien años de antigüedad, todo el material se conserva en condiciones controladas de temperatura y humedad (18 ºC y 45 % de humedad) y hay una persona dedicada exclusivamente al cuidado y mantenimiento de la colección en papel, además de la realización de un proceso de digitalización de parte del material conservado. El espacio estaba inicialmente pensado para permitir el crecimiento de la biblioteca durante cincuenta años. Sin embargo, la realidad ha superado todas las previsiones. Solamente en el año 2016 recibieron ciento cuarenta y siete donaciones de material diverso. A ese ritmo las instalaciones disponibles se quedarán pequeñas en un periodo de tiempo significativamente menor. Otro problema adicional para el que se está intentando buscar financiación es la contratación de personal para catalogar todas esas donaciones.
 

 Figura 3. Espacio para almacenamiento en el interior de la biblioteca

Figura 3. Espacio para almacenamiento en el interior de la biblioteca

 

3 La colección de Milton Caniff

Como ejemplo de una colección disponible en los archivos de la biblioteca, se va a describir a continuación la colección de Milton Caniff. Se ha elegido esta colección por varios motivos: por ser la primera que dio origen a toda la labor de la biblioteca, por la gran cantidad y variedad de materiales disponibles en ella, que permiten tener una percepción de la labor de catalogación y archivo que hay en una biblioteca como esta, y por la familiaridad del autor de este artículo con dicha colección al ser el centro de su labor de investigación.

Una cuestión importante que hay que considerar es que los autores de cómic de prensa eran celebridades en su momento, con salarios similares a los de las estrellas de cine de su época (Harvey, 2007). Por ese motivo, no es tan extraño que tuvieran conciencia de la importancia de su trabajo y de la necesidad de conservarlo. Caniff fue uno de los creadores conscientes de la importancia de su trabajo y dedicó buena parte de su vida a escribir sobre la relevancia y repercusión de este y de las tiras de prensa en general. Eso, unido a su carácter personal, que le hacía conservar todo aquello que pudiera serle de utilidad, dio como resultado la ingente cantidad de material que puso a disposición de la Ohio State University ocho años antes de su muerte, cuando ya contaba con 72 años de edad.

La colección se organiza en las secciones siguientes:

Sección 1. Series con continuidad: incluye todo el arte original y el material de reproducción asociado a las series reseñadas en cada subsección.
            Subsección 1.1: Mister Gilfeather
            Subsección 1.2: The Gay Thirties
            Subsección 1.3: Dickie Dare
            Subsección 1.4: Terry and the Pirates
            Subsección 1.5: Male Call
            Subsección 1.6: Steve Canyon

Sección 2. Correspondencia: incluye las cartas enviadas y recibidas por Milton Caniff de aficionados, de otros artistas, de compañeros y socios profesionales, de miembros de su familia y de amigos. También se incluyen materiales de publicidad y artículos escritos por y sobre el autor.
            Subsección 2.1: Correspondencia general
            Subsección 2.2: Correspondencia de negocios
            Subsección 2.3: Correspondencia personal

Sección 3. Material de investigación utilizado por el autor en su trabajo: incluye recortes de revistas y periódicos, fotos y programas de cine, modelos de aviones, publicaciones informativas y artículos militares utilizados como referencia para sus historietas y otros proyectos que llevó a cabo, como diseños de insignias de las fuerzas armadas de Estados Unidos.

Sección 4. Registros comerciales: contiene extractos bancarios, declaraciones de las agencias con las ventas de sus series, información sobre impuestos, cheques cancelados, talonarios de cheques, libros, facturas, listas de gastos, borradores de testamentos, avisos de suscripción e inventarios de sus casas.

Sección 5. Fotografías: incluye imágenes de Milton Caniff en conversaciones informales, en su estudio, en apariciones personales, en su casa, con organizaciones, miembros de la familia y otros dibujantes.

Sección 6. Premios: incluye premios y certificados otorgados a Milton Caniff por diversas organizaciones a lo largo de su vida.

Sección 7. Memorabilia, merchandising y objetos personales: contiene artículos personales de Milton Caniff, Esther Parsons Caniff, esposa del autor, y John Caniff, su padre, además de merchandising relacionado con las series Terry and the Pirates y Steve Canyon.

Sección 8. Material audiovisual: incluye artículos de promoción y bobinas de película personales, programas de televisión relacionados con Steve Canyon y programas de radio de Terry and the Pirates.

Sección 9. Álbumes de recortes: contiene libros de recuerdos, recortes de periódicos y publicidad, premios, fotografías personales e ilustraciones originales.
 

 Figura 4. Parte de la colección de Milton Caniff

Figura 4. Parte de la colección de Milton Caniff

 

Cuando todo este material llegó a las manos de la Ohio State University, la mayor dificultad fue la de catalogarlo. No solo por el hecho obvio de la cantidad de material disponible, sino porque, en aquel momento, no existía ninguna colección similar ni los estudios académicos sobre el cómic se habían empezado a desarrollar, lo cual creaba el problema del sistema de clasificación que había que seguir a la hora de catalogarlo. Esa fue una de las primeras tareas que se encontró Lucy Caswell cuando accedió a su puesto:

«At the time that I started, there weren’t really the kinds of resources to teach and learn about comics that we have now. So I basically had to make it up as we went along. There just wasn’t anything else out there. As a good librarian and scholar I started writing around to other places that said they had cartoon collections to see how they did things, because you don’t want to reinvent the wheel if somebody’s already figured it out. It turned out that nobody had the kind of thing that we had in the Caniff collection, i.e. so extensive, and the combination of art and manuscript materials. And nobody else was trying to grow it the way we were». (Tauber, 2009).

Caswell comenta que ninguna biblioteca estaba realizando una labor similar en aquel momento. Ya se ha mencionado antes que, en 1973, Randall W. Scott había empezado a catalogar y organizar la colección de comic-books disponible en las bibliotecas de la Michigan State University (Scott, 2005), que es, hoy en día, una de las colecciones más importantes de comic-books de Estados Unidos. Sin embargo, el trabajo que Caswell afrontó es totalmente distinto. El comic-book tiene unas características que hacen de su catalogación una tarea diferente de la catalogación general de libros, como bien describen Ellis (2000) y Markham (2009), pero la labor de Caswell se centraba en la catalogación de tiras de prensa, ya que Caniff nunca publicó su trabajo en comic-books. Se trata, por tanto, de catalogar material que muchas veces se reduce exclusivamente a recortes de periódicos. Eso, unido a la cantidad de material adicional como cartas, merchandising y objetos personales del autor, es lo que diferenciaba la labor de Caswell del trabajo que otros bibliotecarios realizaron en torno al mundo del cómic de forma simultánea o ligeramente posterior.

Con todas estas dificultades, al final se optó por un sistema sencillo basado en las instrucciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos para material de archivo (Mai Chan, 1980). Se trataba de aplicar el principio de procedencia, es decir, de mantener, en lo posible, la estructura del material tal y como Caniff lo había conservado. Hay que tener en cuenta que Caniff era una persona muy sistemática, hasta tal punto que, a lo largo de su vida, tuvo dos personas contratadas cuya misión principal era organizar ese material, lo cual facilitó la aplicación del principio de procedencia. Sin embargo, aunque esa estructura se mantuvo, el sistema de clasificación debía ser generalizable a otras colecciones. Por ese motivo, se optó por almacenar el material en cajas y, dentro de estas, en carpetas. Cada carpeta tiene una referencia al número de caja y número de carpeta. A estas referencias numéricas hay que añadir un acrónimo para indicar la colección a la que pertenecen y una letra para indicar el tipo de material del que se trata. Así, por ejemplo, MAC.P83.21 corresponde a la colección de Milton Caniff (por Milton Arthur Caniff, su nombre completo), a sus papeles (P de papers) y a la carpeta 21 de la caja 83. Esto, unido a una breve descripción de entre dos y cinco palabras, siguiendo las instrucciones de la Biblioteca del Congreso ya mencionadas, permite tener perfectamente catalogados todos los materiales de las colecciones disponibles en el archivo de la biblioteca. Evidentemente, los libros disponibles en la biblioteca siguen completamente el sistema de clasificación proporcionado por la Biblioteca del Congreso.

 

4 Conclusión

Pocas bibliotecas en el mundo cuentan entre sus fondos con cómics que no hayan sido reeditados en un formato similar al de un libro. Además del acceso a esos fondos, está la dificultad de la conservación de un material publicado, en muchas ocasiones, de forma precaria como corresponde a un medio tradicionalmente identificado con lo popular. En el ámbito español hay bibliotecas como Can Fabra, Tecla Sala o la Biblioteca Regional de Murcia que cuentan con algunas muestras de ese tipo de material, fundamentalmente, en forma de revistas. Sin embargo, ese material tiene, en algunos casos, bastantes años de antigüedad y se está deteriorando por no disponer de un lugar para conservarlo adecuadamente. Por otro lado, no hay ninguna institución en el mundo, además de la presentada en este artículo, que se dedique a la conservación del patrimonio de las tiras de prensa norteamericanas. Una película reciente, Dawson City: Frozen Time, manifiesta la dificultad de la conservación del cine de principios del siglo xx y cómo muchas películas de ese periodo se han perdido por la falta de la fuente original, la propia película. El hecho de que actualmente existan cómics en las bibliotecas no debe hacer perder de vista que en el caso del noveno arte sucede, en muchas ocasiones, lo mismo que en el séptimo, necesita de la conservación y recuperación de una fuente que permita su reproducción, especialmente en el caso de esos cómics publicados en prensa a principios del siglo xx. Esta es la labor de una institución pionera como es la Billy Ireland Cartoon Library & Museum de la Ohio State University, prácticamente única en el mundo debido a que se encarga de preservar, catalogar y poner a disposición de los investigadores y el público un patrimonio que, generalmente, no ha sido tenidio en consideración en el mundo de las bibliotecas y de la archivística.

 

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