La biblioteca en proceso de cambio

 

[Versió catalana]


Julio Alonso Arévalo

Profesor
Universidad de Salamanca

 

Resumen

El contexto de las bibliotecas está mutando al igual que ocurre en otros entornos sociales. Las bibliotecas deben adaptarse a un mundo en el que cada vez más y más información está en formato digital, accesible en cualquier momento y en cualquier lugar, por ello las bibliotecas están rediseñando sus espacios y sus reglas para dar cabida a los nuevos comportamientos, necesidades y hábitos que demandan los usuarios y sus comunidades. Por este motivo, muchas bibliotecas están creando espacios ricos con herramientas y tecnologías avanzadas que inspiran y facilitan el aprendizaje, el descubrimiento, la creación y la experimentación. Entre las propuestas más innovadoras está la relativa a la biblioteca como generadora de contenido, un espacio para la creación y dinamización de su comunidad.

Resum

El context de les biblioteques està mutant de la mateixa manera que passa en altres entorns socials. Les biblioteques s’han d’adaptar a un món en què cada vegada més i més informació està en format digital, accessible en qualsevol moment i en qualsevol lloc. Per això les biblioteques estan redissenyant els seus espais i les seves regles per tal de donar cabuda als nous comportaments, necessitats i hàbits que demanen els usuaris i les seves comunitats. Per aquest motiu, moltes biblioteques estan creant espais rics amb eines i tecnologies avançades que inspiren i faciliten l’aprenentatge, el descobriment, la creació i l’experimentació. Entre les propostes més innovadores hi ha la que fa referència a la biblioteca com a generadora de contingut, un espai per a la creació i dinamització de la seva comunitat.

Abstract

Like other social environments, libraries are being required to adapt to a world where information is becoming increasingly digitized and can be accessed at any moment in any place. For this reason many library institutions are redesigning the spaces in which they offer services and the rules by which they operate, tailoring these to suit the changing behaviour, needs and habits of users and communities. Many centres are creating spaces enhanced by advanced tools and applications that inspire and facilitate learning, discovery, creation and experimentation. One of the most innovative models for change considers the library as a vehicle for content generation and a space where communities can be created and promoted.

 

1 ¿Qué es la innovación?

La innovación es la provisión de un mayor valor a los clientes mediante productos o servicios más eficaces; por lo tanto, la innovación es una nueva manera de crear valor en el mercado o en un servicio determinado. Innovar tiene que ver con el desarrollo de nuevos conceptos, la búsqueda de nuevas formas de hacer las cosas y tener en cuenta las nuevas formas de aplicar las ideas. Otra de las características es que la innovación requiere de un elemento de aplicación, esto quiere decir que, si se desarrolla un producto o servicio nuevo o mejorado, es innovador en la medida en que se puede aplicar a situaciones de la vida real. La innovación genera cambios. El cambio puede implicar la mejora de un producto o un servicio existente que mejorará la calidad de vida de las personas (European Commission, 2015). El cambio debe ser incremental y debe tener un impacto y valor, ya sea social, económico o de otro tipo. Como tal, la innovación requiere de un consumidor, es decir, alguien que se beneficia de ella. Además requiere de un nivel sostenido de compromiso y cooperación de todos los socios implicados en el ecosistema (Sandeep, 2013).

 

2 ¿Qué es la cultura de la innovación?

Una cultura de la innovación es un ecosistema que apoya el pensamiento creativo y avanza en los esfuerzos para extraer valor económico y social del conocimiento y, al hacerlo, genera nuevos o mejores productos, servicios o procesos. Una cultura saludable de la innovación tiene un conjunto compartido de valores y creencias que refuerzan mutuamente la importancia de la innovación, así como un patrón integrado de comportamiento que apoya la investigación y la innovación. Para ello una floreciente cultura de la innovación aprovecha las fortalezas existentes en un determinado ecosistema (Couros, 2013).

  • Center for the Future of Libraries. Dependiente de la ALA (American Library Association), fue creado en 2013 gracias al impulso de la American Alliance of Museums Center for the Future of Museums y su objetivo es identificar las nuevas tendencias relacionadas con las bibliotecas y las comunidades a las que sirven, promover técnicas e innovación para ayudar a los bibliotecarios a rediseñar el futuro de sus bibliotecas y construir conexiones con expertos y pensadores en innovación para ayudar a que las bibliotecas aborden cuestiones emergentes.
  • Libraries Transforming Communities. Iniciativa de la Asociación Americana de Bibliotecas que busca fortalecer los roles de los bibliotecarios como líderes comunitarios básicos y agentes de cambio. La iniciativa responde a una necesidad crítica en el campo de las bibliotecas de desarrollo y difusión de nuevas herramientas, recursos y apoyo a los bibliotecarios con el objetivo de comprometerse mediante nuevas formas con sus comunidades.
  • Outside the Lines. Organización en la que participan doscientas setenta y nueve bibliotecas de todo el mundo cuya finalidad es conectar con la creatividad, la tecnología, el descubrimiento y con todas las experiencias innovadoras que proporcionan las bibliotecas en la actualidad (impresoras 3D, libros electrónicos, clases de carpintería, buscar ayuda para encontrar trabajo, espacios incubadoras, bibliotecas de semillas, estudios de grabación…).
  • Library Test Kitchen Group. Seminario avanzado de la Graduate School of Design de Harvard que colabora con la biblioteca de la Universidad de Harvard y las bibliotecas universitarias y públicas de todo Estados Unidos para favorecer un cambio positivo en las bibliotecas desde dentro del sistema actual.
  • Little Free Library. Más allá de los sistemas de financiación pública, el modelo de biblioteca como intervención se desarrolla en los esfuerzos individuales y comunitarios con proyectos como las pequeñas bibliotecas libres en la calle, donde los vecinos colocan cajas hechas con materiales reciclables con el objeto de compartir libros y lecturas con su comunidad.
  • The Book Truck. Iniciativa de la ciudad de Los Ángeles que ofrece gratis, por medio de una camioneta, libros cuidadosamente seleccionados a los adolescentes en las comunidades marginadas de la ciudad, sin ningún compromiso a cambio, con la misión de apoyar, integrar y proporcionar autonomía a los adolescentes como lectores.
  • Amigos eShelf. Organización sin fines de lucro, basada en membresía, dedicada a proporcionar ayuda a las bibliotecas para mejorar sus colecciones de libros electrónicos. Su misión es promover el intercambio de recursos y la obtención de servicios innovadores más asequibles mediante la colaboración.
  • How libraries change lives. Las bibliotecas apoyan activamente el aprendizaje permanente y ofrecen a las personas el acceso a tecnología punta y habilidades digitales. De esta manera permiten a la gente participar en la economía del conocimiento. Veinticuatro millones de adultos participan en actividades de aprendizaje no formal en su biblioteca pública todos los años haciendo de las bibliotecas instituciones de aprendizajes estratégicos absolutamente esenciales que hacen a sus comunidades más inteligentes.

 

3 Bibliotecas en proceso de cambio

Las bibliotecas fueron uno de los servicios pioneros de la administración pública en tener presencia en la Web. Desde entonces las bibliotecas han seguido renovando e innovando de manera continuada. Lo que ha exigido de una continua renovación de conocimientos por parte de los profesionales de la información incorporando nuevos roles y nuevas competencias. Por otra parte, la gente está demandando a sus bibliotecas servicios que posibiliten desarrollar mejor sus actividades como un espacio de trabajo, aprendizaje y convivencia.

Por lo general se sigue teniendo una idea muy simplista y sesgada de lo que es y lo que ofrece una biblioteca. Para la mayoría, las bibliotecas son lugares donde obtener información. Pero precisamente en la era de Google a la información se accede cada vez más fácilmente gracias a las facilidades que proporciona la digitalización de contenidos y las redes de información, aspecto que se ha visto aún más favorecido con la llegada de los dispositivos móviles que han acrecentado la capacidad de acceder a cualquier información en todo tiempo y lugar. La mayor parte de la información que necesitamos en el día a día de nuestra vida se puede encontrar en formato analógico o digital, como consecuencia de ello, frecuentemente se plantea la cuestión de cuál es el papel de la biblioteca en la era digital.

De este modo, las bibliotecas se encuentran en un momento de su historia en el que se ven cuestionadas por una serie de corrientes contradictorias (Horrigan, 2015). Los ciudadanos creen que las bibliotecas son instituciones importantes para sus comunidades y manifiestan su interés por ellas, pero hay indicios de que la participación de los ciudadanos en estos servicios ha disminuido en los últimos tres años. De cualquier modo, hoy y en el futuro, las bibliotecas siguen y seguirán llenando una necesidad crucial, como demuestra su probada capacidad para adaptarse a las necesidades y demandas de sus comunidades cambiantes. En ninguna parte esto se evidencia tanto como en la iniciativa Libraries Transforming Communities de la ALA, que trata de abordar «a critical need within the library field by developing and distributing new tools, resources and support for librarians to engage with their communities in new ways», con el fin de que ciudadanos y responsables políticos tomen conciencia del valor de la biblioteca para sus comunidades.

Ahora bien, ¿qué desean los usuarios de sus bibliotecas? Pew Internet publicó un informe en 2013 titulado «Library Services in the Digital Age«, donde se hizo una encuesta en la que se preguntó a los participantes qué deseaban que les proporcionaran las bibliotecas del futuro (Zickuhr [et al.], 2013). A la encuesta de ámbito nacional contestaron 2.252 estadounidenses mayores de 16 años, y las entrevistas se llevaron a cabo entre el 10 de octubre y el 15 de noviembre de 2012 mediante teléfono móvil y teléfono fijo en inglés y español. Estas son algunas de las ideas más destacadas que aportaron:

  1. Aplicaciones para acceder a los materiales y programas de la biblioteca (35 %).
  2. Acceso a la tecnología para probar nuevos dispositivos (35 %).
  3. Aplicaciones GPS de navegación para ayudar a los usuarios a localizar el material en el interior de los edificios de bibliotecas (34 %).
  4. Máquinas de préstamo o quioscos ubicados en toda la comunidad, donde la gente pueda consultar libros, películas o música sin tener que ir a la biblioteca (33 %).
  5. Recomendaciones al estilo de Amazon basadas en el comportamiento de los usuarios (29 %).

A su vez, es muy interesante la reflexión que hace Garmer (2014) a este respecto. La autora considera que el papel de la biblioteca del siglo xxi en la era digital se debe basar en sus tres activos claves: la gente, el lugar y la plataforma.

  • La gente. La biblioteca del siglo xxi representa el alejamiento del eje que hasta ahora había sido fundamental, que era el de la construcción de colecciones para orientarse hacia la construcción de capital humano, de relaciones y redes de conocimiento en la comunidad. En este nuevo entorno, las personas son el centro de la misión de la biblioteca para inspirar y cultivar el aprendizaje, avanzar en el conocimiento para fomentar y fortalecer sus comunidades. Como las funciones de la biblioteca cambian y se expanden, el personal de la biblioteca va perfeccionando y ampliado sus capacidades para satisfacer las nuevas necesidades y definir el valor constante de la biblioteca dentro de la comunidad. Como puso de manifiesto Sari Feldman, directora de la ALA, la biblioteca de hoy se define más por lo que proporcionan los bibliotecarios a los usuarios que por los recursos que contiene (Miller, 2015). En este sentido, los profesionales de las bibliotecas apoyan necesidades de información únicas de los usuarios de la biblioteca facilitando experiencias de aprendizaje personalizado. Por ello operan en múltiples funciones, como formadores, mentores, facilitadores y docentes más que como fuentes de información. Todo esto requiere de la especialización del profesional como el recurso más importante que posee la biblioteca, con un enfoque centrado en la maximización de la capacidad y el compromiso con el usuario y su comunidad. Es por medio de este compromiso cuando los valores y los activos de cada biblioteca pueden ser plenamente aprovechados y optimizados por la sociedad. La mejor respuesta es considerar a los bibliotecarios como «curadores» para sus comunidades, auténticos «filtros colaborativos» con el interés y necesidades del público siempre en mente.
  • El lugar. A medida que disponemos de más información en formato digital, las bibliotecas públicas dispondrán de menos material tangible en sus colecciones, ya que los usuarios de la biblioteca podrán acceder a la información digital dondequiera que estén, sin tener que desplazarse a la biblioteca. Por ello la biblioteca como espacio físico cada vez será menos un lugar para que los ciudadanos se lleven libros en préstamo y más un lugar donde los ciudadanos participan en construir sus identidades personales y ciudadanas. De este modo, la reducción de los materiales físicos, una mayor movilidad de los clientes y el deseo de una mayor colaboración están cambiando la naturaleza del espacio físico de la biblioteca pública. Por ello, la biblioteca como espacio físico debe someterse a una transición orientada a la apertura y a la flexibilidad necesarias para prosperar en un mundo en constante cambio. Un aspecto vital de esta flexibilidad es la creación de espacios que pueden adaptarse a los cambiantes modelos operativos de las bibliotecas.
  • La plataforma. Además de ser un espacio físico, la biblioteca en la era digital es un espacio virtual accesible desde cualquier lugar durante veinticuatro horas diarias los siete días de la semana (24/7). En este espacio virtual la biblioteca organiza y promueve sitios web, grupos de discusión en línea, clases, clubes de libros y puntos de acceso mediante wifi, como ejemplos de la creciente y continua presencia en su comunidad. Pero no hemos de considerar este espacio virtual como un lugar aparte e independiente de la biblioteca física, ambos espacios, físico y virtual, deben integrarse e interactuar teniendo en cuenta su objetivo de servir plenamente a la misión de la biblioteca construida alrededor de un acceso equitativo, el aprendizaje y el desarrollo cívico. Por ello, la biblioteca como plataforma de aprendizaje de la comunidad es la propuesta innovadora de la biblioteca pública en la era digital. Las transformaciones de la era digital permiten a los individuos y las comunidades crear su propio aprendizaje y gestionar sus conocimientos de manera más flexible e informal. Con ese fin, las bibliotecas se convierten en plataformas de base en las que los individuos y las comunidades crean servicios, datos y herramientas que beneficien a la comunidad. Así, la biblioteca como plataforma asume las necesidades y objetivos de su comunidad de aprendizaje, para ello apoyan al emprendedor: ayudan a aprovechar las oportunidades que brinda a los individuos la sociedad de la información dondequiera que estén, apoyándose en la participación de otras personas de la comunidad. Según Garmer (2014), una característica distintiva de la biblioteca como plataforma es que es una entidad objetiva que opera en torno a los intereses de sus usuarios. En contraste con las plataformas comerciales que desdibujan la línea entre el usuario y los intereses comerciales. Así, la biblioteca como plataforma crea diálogo comunitario que abre paso a nuevos conocimientos y crea conocimiento social.

Atendiendo a estas nuevas necesidades, las bibliotecas de hoy se están transformando en espacios versátiles, espacios polivalentes que, además de ofrecer a la gente la oportunidad de acceder a una gran cantidad de materiales físicos de lectura, también proporcionan acceso a Internet, a dispositivos digitales, apoyo a las personas en la búsqueda de trabajo y aplicaciones móviles para facilitar el acceso a los recursos en línea; además de ofrecer oportunidades de aprendizaje en contextos informales, tales como espacios para reuniones y encuentros para el público en general, para grupos comunitarios y otras organizaciones locales. El cambio de concepto de lo que pretende ser la biblioteca del futuro, en algún caso, incluso ha llevado a algunas bibliotecas a acometer un cambio de nombre, lo que es muy representativo de esta nueva situación, es el caso de Wigan Central Library, que ahora se denomina Campus Wigan Life Centre, o de la Oldham Public Library, que ahora ha pasado a denominarse Oldham Library and Lifelong Learning Centre (Agresta, 2015).

El espacio físico es otro de los principales puntos fuertes de estos novedosos proyectos. Se trata de concebir espacios amplios donde la gente se sienta cómoda y se propicien las relaciones entre las personas. Por lo general se trata de crear espacios compartidos para estimular la socialización y colaboración entre los participantes, además de proporcionar herramientas basadas en la economía social o compartida (impresoras 3D, cortadoras láser, máquinas de coser, etc.) o servicios que coayuden a que los usuarios tengan cubiertas todas las necesidades, incluidas las más básicas, como máquinas de café, microondas o cocina. De manera que, dado que la información se está convirtiendo cada vez más en un recurso de más fácil acceso por medio de redes en línea, las bibliotecas están reforzando sus espacios físicos para mantener su relevancia. Así las bibliotecas públicas están respondiendo a una amplia gama de necesidades actuales y emergentes. Se trataría de crear un potencial de los proyectos de desarrollo de la biblioteca, para la provisión de espacio público en un mundo en privatización, convirtiendo a la biblioteca en un lugar donde se fomenta el intercambio de conocimiento, habilidades e ideas. Es así como nace la sinergia que fortalece la creatividad, la colaboración y se refuerzan los lazos de la biblioteca con la comunidad a la que sirve. Lo que ha llevado a hablar de la biblioteca como «el tercer lugar», un espacio centrado en el aprendizaje, para definir ese nuevo espacio esencial para los individuos, en contraste con aquellos en los que se proporciona una formación para concebirse como un espacio de aprendizaje alternativo, flexible e informal (Trowbridge, 2015).

Como el acceso básico a Internet ya no es una novedad en las bibliotecas, se están introduciendo algunas tecnologías de vanguardia con el objetivo de poder ser utilizadas por todos, más para la creación y menos para actividades más pasivas como las que tradicionalmente han ofertado las bibliotecas, como son leer y ver. Las bibliotecas del futuro se orientarán más a aumentar su relevancia en los próximos años, teniendo en cuenta el aumento de la economía compartida, también conocida como la economía social o la economía de colaboración. La economía de compartir significa que en lugar de ser dueño de las cosas directamente, la gente paga para utilizarlas solo cuando las necesita. Se trata de sistemas económicos sostenibles en torno a la distribución de los activos humanos y físicos, que incluyen la creación compartida, producción, distribución, comercio y consumo de bienes y servicios por parte de diferentes personas y organizaciones.

Si bien hay que tener en cuenta que este nuevo concepto de biblioteca no es excluyente, ya que las bibliotecas del futuro seguirán preservando y transmitiendo conocimientos como han hecho hasta ahora, pero los nuevos retos a los que las bibliotecas se enfrentan como espacios están estimulando su reinvención y reimaginación casi radical. Aunque este cambio, que a algunos pueda parecer profundo, de alguna manera tampoco es tan novedoso, ya que las bibliotecas públicas siempre han contribuido al desarrollo económico local mediante los servicios tradicionales, tales como el acceso a oportunidades de educación y de formación, talleres de redacción de currículo y búsqueda de empleo. Sin embargo, con un renovado énfasis en las alianzas y experiencias, ahora ofrecen más y mejores oportunidades para la expansión de los servicios orientados al desarrollo económico por medio de nuevos conceptos como placemarking, makerspaces o FabLabs (Howard [et al.], 2007).

El informe Horizon del New Media Consortium (NMC) es un documento que se publica anualmente y que recoge las tendencias y tecnologías que dirigirán el cambio educativo en las universidades y el aprendizaje en el nivel superior de enseñanza, el informe de este año dice que una de las tendencias que están teniendo un fuerte impacto y que afectarán a las bibliotecas en los próximos años es la creación de makerspaces (Johnson [et al.], 2015). Los makerspaces son espacios con recursos comunitarios enfocados a la fabricación de elementos que unen lo físico con lo tecnológico. En esencia los FabLabs son lo mismo que los makerspaces —que sería el término más genérico—, si bien los FabLabs, o ‘laboratorios de fabricación’, son espacios eminentemente tecnológicos donde los estudiantes cuentan con recursos casi ilimitados para diseñar y desarrollar sus inventos. Estos espacios tienen origen en los hackerspaces, lugares donde se puede crear de todo usando la tecnología, que ya existían en Alemania en los años noventa, quizás el ejemplo más conocido es C-base.

Un FabLab es un taller completamente equipado donde las personas tienen la oportunidad de fabricar algo, de transformar una idea en un objeto concreto. Son espacios que funcionan como talleres tecnológicos, que por sus dimensiones permiten hacer trabajos a gran escala, pero sobre todo contienen grandes y costosos equipos que difícilmente podrían ser comprados por una persona a título individual. Entre estos tipos de maquinaria encontraríamos máquinas para hacer cortes con láser y por chorro de agua, espacios para soldar, para trabajar con plásticos o madera, impresoras 3D, software especializado y programas de diseño en 2D y 3D.

Hace un par de años Corinne Hill, directora de la Biblioteca Pública Chattanooga, vació toda su cuarta planta de libros y estanterías —mil trescientos metros cuadrados de espacio de almacenamiento— y abrió un espacio de colaboración para la comunidad. Un taller público con tecnología. Un lugar en el que los miembros de la comunidad pueden usar el espacio para trabajar en proyectos o tratar de poner en marcha un negocio. Y se decidió cambiar la biblioteca, dejando espacio para impresoras 3D y cortadoras de vinilo. Así que en lugar de gastar diez mil dólares para el acceso a obras de referencia de poco o casi ningún uso, la biblioteca adquirió impresoras 3D por alrededor de dos mil dólares, un cortador láser de alrededor de cinco mil dólares y un cortador de vinilo por tres mil dólares. Con estas acciones, la biblioteca se ha rebautizado a sí misma como una alternativa para la movilidad social. Además, la biblioteca colabora con Engage 3D, una organización no lucrativa local que promueve la educación en tecnologías de la informática, con la esperanza de atraer más empleos de alta tecnología a la zona. Incluso el verano pasado ayudó a organizar un campamento para los adolescentes cuyo tema era la programación informática (Resnick, 2014). Y la filosofía de este cambio parece estar funcionando. La asistencia de público se ha incrementado en un 150 % en todo el sistema de las cuatro bibliotecas. El trabajo de Corinne Hill, directora de la biblioteca, se ha ganado el respeto de sus compañeros. En enero de 2014 Library journal la nombró bibliotecaria del año, y el propio director de la revista dijo que Hill había creado un modelo para otros bibliotecarios. Otras bibliotecas de Estados Unidos han reproducido el modelo, ya algunas ofrecen a sus usuarios espacios con equipos, software y servicios para estimular la creación de contenidos (McDermott, 2014). Muy significativas de esta transformación son las palabras de Cassie Guthrie, directora de la Greece Public Library e impulsora de este tipo de transformación en su biblioteca: «I think the idea is more like the library as a kitchen, whereas in the old days the library was more of a grocery store» (McDermott, 2014).

Recientemente la Biblioteca Pública de Nueva York (NYPL) empezó a transferir gran parte de su colección de investigación a un depósito que tiene en Nueva Jersey, además se pidió a un grupo de ingenieros que rediseñaran el espacio eliminando parte de los estantes de la sala de lectura llamada Rose Reading Room. El plan consiste en transformar el interior de este edificio icónico de la calle 42, cuya finalidad original era disponer de un espacio de almacenamiento para libros con un par de salas de lectura conectadas orientadas a los servicios de lectura, en un espacio más abierto. Todo ello con la consecuente protesta de los usuarios más eruditos y más conservadores de la NYPL. Esa decisión y la oposición a la reforma de parte de los usuarios es solo un hito en la crisis de identidad del rápido desarrollo de las bibliotecas del siglo xxi.

Ahora bien, el espíritu creador que ha alcanzado gran popularidad en las bibliotecas públicas también ha llegado a las bibliotecas universitarias; de esta manera, la biblioteca de la Universidad de Harvard, una de las bibliotecas universitarias más importantes del mundo, ha encargado a un grupo de académicos denominado Library Test Kitchen Group un proyecto cooperativo de este tipo, para de este modo trazar un camino hacia un futuro digital para la creación de un prototipo de espacio híbrido en el que coexistan lo digital y lo analógico, incluyendo una biblioteca emergente portátil, talleres de edición, de escritura y un laboratorio de productos comestibles creados por impresoras 3D. Si la biblioteca presta libros, ¿por qué también no puede prestar herramientas, juguetes o equipos? De este modo las bibliotecas desempeñan a menudo un papel de facilitadoras, proporcionando lo que las comunidades necesitan en el momento en que se percibe en el horizonte un cambio en lo que la gente desea que sea su biblioteca (Dudley, 2013).

La biblioteca universitaria para los estudiantes de hoy no solo tiene que proporcionar libros de texto y silencio para estudiar, la biblioteca cada vez más ha de tender a ser un puente entre la clase y la carrera futura del alumno. Los estudiantes de hoy quieren acceso durante veinticuatro horas (24/7), poder sentarse frente a un ordenador, piden tanto lugares para meditar como para descansar, espacios solitarios junto a espacios colaborativos para trabajar en grupo, y además poder tomar un café. Así, la Moffitt Undergraduate Library de la Universidad de California en Berkeley, que nació en la década de 1930 con el propósito de tener una biblioteca de campus en exclusiva para los estudiantes de pregrado, fue rediseñada en los años setenta como una biblioteca orientada a la investigación en respuesta al reto de proporcionar servicios bibliotecarios de calidad a los estudiantes de pregrado. En esta década se intenta crear un espacio para su uso continuado durante veinticuatro horas al día, los siete días de la semana y los trescientos sesenta y cinco días del año, lo que los americanos abrevian con la fórmula «24/7». Una de las características de la Moffitt Undergraduate Library es que contará con un espacio de colaboración con paredes movibles transparentes con el objeto de proporcionar espacios versátiles para diferentes momentos y necesidades. El futuro cuarto piso está dedicado a una sección de trabajo en equipo destinado al estudio por parte de grupos, se trata de un coespacio de trabajo colaborativo, donde se puede hablar en voz alta, con paredes móviles, en el que los estudiantes no necesitan pedir permiso para configurar el espacio a su gusto y necesidades. También contará con un laboratorio de aprendizaje de treinta plazas en el que se ofrecerán talleres gratuitos sobre una amplia gama de temas, incluyendo un programa piloto sobre alfabetización digital que la biblioteca está planeando dirigir a estudiantes y otros socios del campus.

El objetivo principal de estos servicios es compartir recursos, conocimiento y poder crear cosas como un espacio de aprendizaje alternativo, flexible e informal. La labor de la biblioteca en este nuevo contexto es fundamentalmente establecer dinámicas comunitarias, abiertas y participativas que estimulen la creación, el aprendizaje y la creatividad. En los makerspaces se forma una comunidad de inventores donde los participantes colaboran unos con los otros. Aunque también puede haber personas especializadas contratadas por la biblioteca para proporcionar cursos especializados sobre diversas materias.

 

4 Conclusiones

Los ciudadanos han ido siempre a las bibliotecas para obtener información e históricamente la información proviene de libros. Pero ese proceso está cambiando y, para mantenerse al día, las bibliotecas tendrán que diversificar y ampliar sus espacios y servicios transformándose en plataformas capaces de poder seguir siendo relevantes en sus comunidades. Por eso las bibliotecas tienen que adaptarse, innovar y reimaginar sus espacios y servicios. La gente las quiere, pero quiere que sean mejores, tal como pone de manifiesto.

Las bibliotecas siempre han desempeñado un papel vital en las comunidades a las que sirven. Las necesidades cambiantes y las demandas de los usuarios están dando lugar a una evolución física de las bibliotecas, incluyendo un aumento de los espacios de trabajo en grupo, la disponibilidad de ordenadores, el acceso a Internet y ampliando las áreas de encuentro. Al tiempo que esta transformación física, se está produciendo un cambio en la forma en que las bibliotecas ofrecen libros a los lectores para complementar sus colecciones impresas. De este modo las bibliotecas están ajustando sus líneas de comunicación para mantenerse al día con la tendencia de la tecnología y la necesidad de proporcionar a los usuarios la información que necesitan cuando la necesitan. Por su parte, los bibliotecarios han comenzado a identificar una razón fundamental para la supervivencia institucional en los beneficios públicos que proporcionan sus organizaciones a las comunidades que sirven, fundamentalmente abogando al principio de un «tercer lugar» centrado en el aprendizaje.

Para lograr estos objetivos, las bibliotecas han de integrar tres elementos esenciales: la conexión entre las personas y el fomento de las relaciones entre los diferentes actores de la comunidad para fortalecer el capital humano de esta; la utilización de los espacios físicos y virtuales de las bibliotecas para potenciar formas innovadoras de aprendizaje y educación; el uso de las diferentes plataformas para fomentar la socialización de las ideas y los conocimientos comunitarios.

La evolución del papel del bibliotecario para satisfacer las necesidades de los lectores del siglo xxi ha permitido el desarrollo de nuevos servicios para llegar mejor y a más personas de la comunidad. De este modo la labor de la biblioteca consistirá en dinamizar y animar a los usuarios a desarrollar y compartir habilidades que no pueden ser practicadas a través de Internet, transformándose en un club social sin libros, que es lo que define a la biblioteca como incubadora de proyectos para promover una visión diferente, aunque de ninguna manera incompatible entre el concepto tradicional de biblioteca y el del «tercer lugar», que se utiliza como siempre se han utilizado las bibliotecas, pero también como el hospital del alma y el parque temático de la imaginación. Así, las bibliotecas sobrevivirán solamente si las comunidades a las que sirven quieren y necesitan que lo hagan. Es bien cierto y probado que al bibliotecario del siglo xxi se le tiene en valor cada vez más por sus capacidades para conocer, formar y asesorar sobre metodologías y tendencias de aprendizaje e investigación, que por las tareas tradicionales relacionadas con la descripción y organización de los contenidos.

De este modo la biblioteca como plataforma remodela radicalmente las actividades diarias, alejándose del viejo modelo de descripción, organización de colecciones y «préstamos» hacia una nueva visión de la biblioteca como un eje central para establecer conexiones comunitarias y de aprendizaje.

 

Bibliografía

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