Margarita Taladriz Mas
Presidenta
Federación Española de Sociedades de Archivística, Biblioteconomía, Documentación y Museística (FESABID)
Hay dos formas diferentes de conseguir prestigio o reconocimiento: por atribución o por logro. La atribución va incluida en el origen: raza, género, edad. El logro está relacionado con la educación, la ocupación y las habilidades. Ambos modelos son prevalentes en la sociedad y lo importante es saber cómo se relacionan y hasta qué punto la atribución puede influir favoreciendo o dificultando ese prestigio. El logro tiene que ser reconocido, esto es, aceptado por otros como tal logro y, como consecuencia de ello, uno tiene que esforzarse para mantener ese reconocimiento. Pero, aún más, "el resultado de ese reconocimiento resulta de la interacción de una persona, otra persona y terceras partes significativamente relevantes" (Kantzara, 2007).
A lo largo del tiempo se han sucedido todo tipo de estudios y análisis sobre la profesión: bibliotecarios, archiveros, documentalistas, gestores de conocimiento, gestores de datos, cualquiera que sea la denominación. Siempre con una enorme preocupación por el escaso reconocimiento que supuestamente la sociedad otorga a los profesionales de estos sectores.
La primera escuela de biblioteconomía, los primeros requisitos para graduarse y para la creación de las primeras asociaciones profesionales aparecen en el siglo xix. El logro de convertir la gestión bibliotecaria en una ocupación a tiempo parcial se data en el siglo xviii, aunque el primer código ético no aparece hasta 1938 (Wilensky, 1964, p. 143).
Desde la IFLA (International Federation of Library Associations), a lo largo del tiempo, se ponen en marcha estudios y seminarios que pretenden dar luz sobre la situación de reconocimiento de los bibliotecarios en el ámbito internacional y que intentan dar orientaciones sobre posibles soluciones a esa falta de reconocimiento: incorporación de nuevos profesionales que den nueva vida y nuevas ideas a los servicios (Newbutt; Sen, 2009); preparación minuciosa de la sucesión en los puestos directivos de centros de información y asociaciones profesionales, fomentando la formación en liderazgo y tutorizando a los buenos alumnos desde el primer día para enseñarles a liderar y gestionar (Woolls, 2009).
En la sección MLAS (Management of Library Associations Section) de la IFLA, se ha formado un grupo de trabajo, denominado NPSIG (New Professionals Special Interest Group), que tiene como objetivo crear una red abierta y global de nuevos profesionales para difundir la cultura de la colaboración, la innovación, la visibilidad y la defensa colectiva de las bibliotecas.
En el estudio realizado en 2012 por LSIS (Learning and Skills Improvement Services) y publicado por CILIP (Chartered Institute of Libraries and Information Professionals) sobre los profesionales del sector de la información en el Reino Unido, se llega a conclusiones de interés: unas relacionadas con lo que hemos venido llamando atribución (el 78 % de los profesionales son mujeres, mayores de 45 años), y otras relacionadas con el logro (media de salario anual por debajo de las 20.000 libras (24.000 euros)). Los resultados de este estudio vienen a abonar, una vez más, dos temas importantes para el reconocimiento: la edad media de la fuerza de trabajo y el salario, como exponente del reconocimiento social. Efectivamente en el mundo anglosajón existe una gran preocupación por la edad avanzada del personal que atiende los servicios de gestión de información, de ahí que la IFLA esté dedicando mucho esfuerzo a trazar directrices para la incorporación de nuevos profesionales.
Sorprendentemente, cuando a cualquier tipo de usuario se le pregunta a través de encuestas acerca de la valoración que otorgaría a los profesionales que le han atendido en los diferentes servicios relacionados con el mundo de la información, la valoración siempre es alta. Como ejemplo, en el reciente estudio, que acaba de publicar FESABID (Federación Española de Sociedades de Archivística, Biblioteconomía, Documentación y Museística) sobre el valor económico y social de los servicios de información y más concretamente de las bibliotecas, la valoración que se asigna a los profesionales, en una escala de 0 a 10, es de 8,30 (Gómez Yáñez, 2014). Es lo que más valoración recibe de todos los servicios evaluados: espacios, fondo bibliográfico, actividades culturales, apoyo al aprendizaje, apoyo a la investigación, etc.
¿Por qué se produce esta diferencia entre la percepción individual que tienen los usuarios y la percepción que tienen los profesionales de cómo la sociedad, en su conjunto, los valora?
Desde mi punto de vista, uno de los problemas es el aislamiento al que voluntariamente se someten los profesionales dentro de sus propias organizaciones. Son buenos profesionales en su tarea cotidiana, tienen al usuario como prioridad y por eso los usuarios los valoran, pero todo sucede de puertas adentro. Hay una cierta incapacidad para hacer visible, en un primer nivel, a la institución en la que se integran o de la que dependen, todo lo que pueden ofertar como profesionales de la gestión de la información. Hay ejemplos en las diferentes administraciones en los que el archivo, la biblioteca o el centro de documentación son capaces de posicionarse en el eje de la institución y poner a disposición de esta su capacidad para llevar adelante su proyecto de administración electrónica; gestionar los contenidos web de toda la institución; colaborar en la gestión de sexenios de investigación, proporcionando al investigador la información necesaria para cumplir con ese trámite administrativo; apoyar a los usuarios de las bibliotecas públicas en la búsqueda de empleo, en mejorar sus capacidades tecnológicas o en facilitar sus relaciones con la administración, en la formación formal e informal, etc. Demostrar esa capacidad real para hacer cosas diferentes de las que se han venido haciendo, para incorporar innovación y tecnología, y para asumir proyectos cooperativos interdisciplinarios es una de las vías para subir el nivel general y la autoestima individual.
¿Qué se puede hacer para que ese reconocimiento individual se transforme en un reconocimiento de la sociedad?
De la bibliografía consultada se pueden extraer varias ideas respecto de cómo los servicios de información pueden mejorar su posicionamiento. En primer lugar parece necesaria una mayor formación de los profesionales en áreas como liderazgo, habilidades de comunicación, sobre cómo situar estos servicios en la agenda de los ámbitos políticos e institucionales (advocacy), etc. Son áreas bastante desatendidas en una profesión que ha basado siempre su fuerza en un amplio conocimiento técnico, que es necesario reforzar. Es necesario salir de lo que se denomina el círculo de comodidad para crecer en esos aspectos. No es infrecuente encontrar entre los profesionales una cierta resistencia a asumir ese tipo de tareas por considerarlas poco técnicas, poco especializadas y muy volcadas en la imagen externa, que se considera algo mundano. ¡Craso error!, ya que solo de ese contacto con otros grupos, no estrictamente de gestores de información, de esa cooperación con otros perfiles profesionales, de esa defensa de lo que se hace y de cómo se hace, se puede derivar un inicio de cambio de rumbo. Parece muy necesario que los estudios de biblioteconomía y documentación piensen sobre la necesidad de proporcionar este tipo de formación, tal y como se viene haciendo en otras áreas profesionales.
Evidentemente no tiene sentido liderar, posicionar, comunicar, cooperar si lo que lideramos, posicionamos, comunicamos y compartimos es algo obsoleto, con procesos complejos y complicados para los usuarios, con terminología sinuosa y poco comprensible. Las tecnologías, que ya no son nuevas y que deben ser nuestras mejores aliadas, nos dan pistas de cómo hacer las cosas sencillas, de cómo facilitar la vida a los que atendemos, de cómo "simplificar y mejorar" la organización, haciéndola más transversal, más interdisciplinaria y más flexible.
Tampoco se debería desatender el desarrollo de los nuevos profesionales, tutorizándolos y acompañándolos en el camino. Es necesario iniciar procesos de intercambio profesional. Es necesario no tener miedo a participar en proyectos cooperativos, internos e internacionales. Esa es una buena forma de aprender. Aprender en el ejercicio diario de la profesión. Es necesario retener a los profesionales, aplicando estrategias que les permitan avanzar y que noten que avanzan porque salen de la rutina y con cada esfuerzo aprenden. Es necesario transferirles nuestras habilidades y competencias y aceptar y reconocer sus aportaciones.
Los servicios de información solo adquirirán el reconocimiento de la sociedad cuando los propios profesionales sean los primeros en valorar su trabajo, defenderlo, mejorarlo; en ofrecer su conocimiento como gestores de información, no solo a los usuarios, sino a las propias instituciones, a las organizaciones del entorno, a otras áreas profesionales y, quizá cuando las bibliotecas escolares sean algo tan común, tan asumido, tan propio de todos y tan absolutamente imprescindible, que ellas sean las principales formadoras y valedoras de esa sociedad, que tiene que "reconocer" la importancia de la información y de su buena gestión. En realidad esa sería la primera biblioteca que todos los ciudadanos reconocerían y valorarían. No todos somos investigadores, ni todos tenemos una biblioteca pública cercana, ni vamos a la universidad, ni todos vamos a tener necesidad de utilizar un centro de documentación especializado o un archivo pero… todos vamos a la escuela.
"Para evitar el fin de la profesión, necesitamos aferrarnos a nuestros valores, a nuestra ética profesional, ya que somos una de las profesiones que tenemos la perspectiva sobre la necesidad de preservar y hacer disponible, sin prejuicios, el conocimiento del pasado, el presente y el futuro. Necesitamos situar esos valores en este mundo de la información sin fronteras, en el que no nos podemos esconder en nuestras instituciones, sino que debemos caminar por la senda de la innovación y el desarrollo" (Byrne, 2009).
Bibliografía
Byrne, Alex (2009). "Owing our future: twenty first century librarians. The 2009 Elizabeth W. Stone lecture". En: Verlejs, Jana; Walton, Graham (ed.). Strategies for regenerating the library and information professions.München: Saur, p. 17–30. <http://www.degruyter.com/viewbooktoc/product/41985>. [Consulta: 03/12/2013].
Gómez Yáñez, José Antonio (coord.) (2014). El valor económico y social de los servicios de información: bibliotecas. Estudio Fesabid. Madrid: Fesabid. <http://hdl.handle.net/10421/7447>. [Consulta: 17/1/2014].
Kantzara, Vasiliki (2007). "Prestige". En: Ritzer, George (ed.). Blackwell Encyclopedia of Sociology. Malden (USA): Blackwell Publishing, 2007. <http://www.academia.edu/2185008/Prestige> [Consulta: 12/11/2013].
Learning and Skills Improvement Services (LSIS) (2013). Library, Archive, Records and Information Management Services Workforce Survey 2012. <http://www.excellencegateway.org.uk/node/24333>. [Consulta: 03/12/2013].
Newbutt, Sarah; Sen, Barbara (2009). "What impressions do young people have of librarianship as a career?". En: Verlejs, Jana; Walton, Graham (ed.). Strategies for regenerating the library and information professions. München: Saur, p. 46–59. <http://www.degruyter.com/viewbooktoc/product/41985>. [Consulta: 04/12/2013].
Wilensky, Harold I. (1964). "The professionalization of everyone". American Journal of Sociology, no. 70, p. 137–158.
Winter, Michael F. (1983). "The professionalization of librarianship". Occasional papers, no. 160. <https://www.ideals.illinois.edu/bitstream/handle/2142/3901/gslisoccasionalpv00000i00160.pdf?sequence=1>. [Consulta: 12/11/2013].
Woolls, Blanche (2009). "Succession planning and passing on leadership approaches for library associations". En: Verlejs, Jana; Walton, Graham (ed.). Strategies for regenerating the library and information. München: Saur, p. 235–244. <http://www.degruyter.com/viewbooktoc/product/41985>. [Consulta: 04/12/2013].
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