Uso, aceptación y expectativas del libro electrónico en una biblioteca de investigación

 

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Irene-Sofía Romero-Otero

Investigadora
Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS)
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Grupo de Investigación de Evaluación de Publicaciones Científicas (EPUC)

Esperanza Iglesias-Fernández

Directora de la biblioteca
Biblioteca del Instituto de Química-Física Rocasolano (Biqfr)
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Elea Giménez-Toledo

Científica titular del CSIC y directora del grupo de investigación EPUC
Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS)
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Grupo de Investigación de Evaluación de Publicaciones Científicas (EPUC)

 

Resumen

Objetivos: este trabajo trata de establecer el uso y las actitudes que los usuarios de la Biblioteca del Instituto de Química-Física Rocasolano (Biqfr) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) tienen con respecto a los libros electrónicos científico-técnicos. Para, de esta manera, comprender su comportamiento en relación con este recurso electrónico que se encuentra en sus primeras etapas de implementación en el entorno de la investigación.

Metodología: la encuesta en línea se realizó a estos usuarios a través del blog de la biblioteca, y se obtuvo una muestra de 70 usuarios, el 63 % de los cuales usa los libros electrónicos de la Biqfr.

Resultados: en general, los libros electrónicos se utilizan para fines de trabajo e investigación, y el ordenador es el dispositivo más utilizado para leerlos. Pese a lo anterior, la actitud de estos usuarios con respecto a los libros electrónicos se considera conservadora, aunque al mismo tiempo optimista, ya que los consideran una herramienta útil para la búsqueda de información.

Abstract

Objectives: This work attempts to establish the use and attitudes that users of the Library of the Institute of Physical-Chemistry "Rocasolano" (Biqfr) of the Spanish National Research Council (CSIC) have with regard to scientific and technical ebooks. Thereby a better understanding will be obtained of the behavioural patterns towards this electronic resource which is in its early stages of implementation within the research environment.

Methods: An online survey was carried out of the users mentioned through the library blog, obtaining a sample of seventy users of which 63% use Biqfr ebooks.

Results: In the main, ebooks are used for the purpose of work and research, and the PC is the device most used to read them. Despite this, the attitude of the users towards ebooks is considered conservative, though at the same time optimistic, as they consider them as a useful tool when searching for information.

 

1 Introducción

En los últimos años se han venido realizando distintos estudios que han demostrado la importancia, el aumento del uso y la progresiva penetración de los libros electrónicos en el sector académico y científico (universidad y centros de investigación). Las razones de este avance son sobradamente conocidas: inmediatez de la consulta, actualización, capacidad de almacenamiento, bajos costes (de distribución, pero no en otros conceptos como en la producción, marketing, etc.), la conectividad, el ahorro de espacio, la portabilidad o la posibilidad de consultarlo en cualquier lugar, entre otras ventajas.

El libro electrónico está empezando a desempeñar un papel significativo tanto en la enseñanza presencial y a distancia como en la actividad investigadora. Así lo dejan ver los resultados de uno de los grandes estudios de usuarios llevados a cabo por el National e-Books Observatory Project del Joint Information Systems Committee (JISC) durante 2008 y 2009, que señala que los libros electrónicos cobran cada vez mayor importancia entre los estudiantes universitarios, profesores e investigadores, teniendo en cuenta que su uso en la comunidad universitaria del Reino Unido ha sido de un 65 % (JISC, 2009). En esta misma línea se encuentra el trabajo del Centre for Information Behaviour and the Evaluation of Research (CIBER, 2008) y el estudio de Renner (2007), que señalan el aumento en el uso de los libros electrónicos de la comunidad académica y científica, con lo que se convierten en uno de los recursos más adecuados para fines de investigación, en la que el usuario necesita localizar información precisa en poco tiempo; asimismo, el estudio desarrollado por Springer, que mediante una encuesta a usuarios de cinco instituciones evaluó el uso y las actitudes con respecto a los libros electrónicos, concluía que hay una gran predisposición de los usuarios a la utilización de los libros electrónicos y que progresivamente están empezando a incorporarlos en su experiencia de información y hábitos de investigación como un complemento de los libros impresos. Con relación a las estadísticas de uso, señalaba que "para las instituciones que fueron las pioneras en adoptar la utilización de los libros electrónicos, sus usuarios acceden a los libros electrónicos con un porcentaje de frecuencia entre un 50 % y un 100 %, en relación con lo que acceden a las revistas electrónicas" (Springer, 2009). También se presentan planteamientos similares en los estudios de Lam y coautores (2009) y Library Journal (2010) que señalan que los libros electrónicos son más indicados para navegar y realizar búsquedas, lo que favorece su uso entre estudiantes e investigadores. En el análisis realizado con los estudiantes de la University College of London, el porcentaje de usuarios de libros electrónicos alcanzaba el 44 % (Rowlands et al., 2007). El Health Sciences Library System (HSLS) de la University of Pittsburgh detectó a través de una encuesta que los libros electrónicos de su biblioteca académica los utilizó el 55,4 % de los usuarios encuestados (Fold; Wessel; Czechowski, 2011). El trabajo de Shrimplin y coautores (2011) señalaba un incremento del 100 % del uso en 2010 con respecto a 2009 y que los libros electrónicos son el segundo recurso más utilizado para la investigación y la preparación de las clases. El trabajo de Bucknell (2010) describe el aumento significativo de capítulos descargados, 88 % respecto al año anterior. Otros estudios que se han ocupado de la creciente popularidad de los libros electrónicos muestran un mayor uso del libro electrónico que del libro impreso (Littman; Silipigni, 2004; Croft; Bedi, 2005; Safley, 2006). No hay duda, por tanto, del aumento gradual de usuarios de libros electrónicos que se está produciendo en las bibliotecas universitarias (Shelburne, 2009).

Según Soules, algunas de las razones generales por las que se ha incrementado el uso de los libros electrónicos son: "el creciente número de libros electrónicos disponibles, la compra de paquetes de libros electrónicos por los consorcios, la mayor presencia de los registros MARC para los libros electrónicos en el catálogo de la biblioteca, el número creciente de programas y cursos de aprendizaje a distancia, la emergente familiaridad que presentan los dispositivos de lectura, desde el Kindle hasta la telefonía móvil/dispositivo, y la propagación de las redes inalámbricas" (Soules, 2009). Hasta el momento, los estudios realizados identifican ventajas pero también inconvenientes en el uso del libro electrónico: "esta literatura indica un panorama complejo y un tanto contradictorio de las actitudes y opiniones sobre este recurso. Aunque varios estudios han indicado puntos de vista generalmente positivos de los libros electrónicos, muchos de ellos reflejan respuestas de los usuarios mixtas o bastante negativas" (Shrimplin et al., 2011). Esto también se muestra en los estudios de Appleton (2004), Bennett y Landoni (2005) y Gregory (2008), entre otros.

Sin embargo, de acuerdo con los resultados de Ebrary global ebook survey 2011, citado en el estudio del Chartered Institute of Library and Information Professionals (CILIP), "el 72 % de los estudiantes usaría libros electrónicos si hubiera más títulos en su área y un 60 % de los estudiantes utilizaría libros electrónicos si hubiera menos restricciones sobre la impresión y copia" (CILIP, 2012).

Igualmente, otros estudios señalan una progresiva penetración de las monografías electrónicas en el mercado editorial, especialmente el encaminado al entorno académico y científico, en el que han favorecido la aparición de nuevas formas de aprendizaje (Secker; Plewes, 2002; Mclellan; Hawkins, 2006). El aumento de los libros electrónicos ofrecidos en los catálogos de editoriales académicas es evidente. En el contexto español, por ejemplo, el aumento de las publicaciones electrónicas de ciencia y tecnología en el año 2012 fue del 77,6 % comparado con el año 2011. En contraste, durante el mismo periodo, en las áreas de humanidades y ciencias sociales, que representan el 32,6 % de la publicación electrónica de libros, este tipo de publicaciones disminuyó un 22,6 %, mientras que en años anteriores hubo un aumento constante (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2013).

Las actitudes con respecto a este recurso electrónico varían según la edad, el sexo, el nivel académico y la disciplina. Por ejemplo, el estudio de Lamothe (2012) sobre uso de libros electrónicos en la J. N. Desmarais Library of Laurentian University concluye que cuantitativamente los estudiantes de doctorado son los que más los utilizan, seguidos muy de cerca por los estudiantes de maestría. Del mismo modo, en el estudio de Carlock y Perry (2008), en el que se emplea la metodología de grupos de discusión, se llega a la conclusión de que los profesores de las facultades de ciencias y de ingeniería son más proclives a usar libros electrónicos que los de las facultades de humanidades y ciencias sociales.

El libro electrónico se ha convertido en una herramienta más de consulta, con lo cual el acceso a la ciencia y a la investigación ha aumentado (Van der Velde; Ernst, 2009). Así pues, en la adopción de los libros electrónicos académicos y en el alejamiento de los libros impresos se mantiene una dinámica compleja que está influenciada por la propia área de estudio o de investigación. Los comentarios de los usuarios encuestados indican que prefieren usar libros electrónicos académicos más que libros impresos y recuerdan que la transición no es fácil (University of California Libraries, 2011).

 

2 Objetivos

Los usuarios de biblioteca son un catalizador importantísimo del interés que despierta determinado tipo de recursos o determinado tipo de edición. En una biblioteca de investigación, en la que los usuarios tienen necesidades de información altamente especializadas y, al mismo tiempo, están muy habituados al uso de distintas fuentes de información, la respuesta de los usuarios ante un nuevo recurso es determinante.

En este sentido, se planteó un estudio de caso con los usuarios de la Biblioteca del Instituto de Química-Física Rocasolano (Biqfr) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que pretendía conocer y analizar el uso y la aceptación del libro electrónico científico en un contexto de investigación. Los objetivos específicos que se plantearon fueron los siguientes:

a) Conocer los detalles sobre el uso de la colección de libros electrónicos de la Biqfr por parte de los usuarios de esta biblioteca.
b) Mostrar cuál es el comportamiento de los usuarios de una biblioteca de investigación con relación a este recurso electrónico.
c) Identificar las razones de aceptación o rechazo/cautela en el uso de los libros electrónicos.

Los estudios de usuarios siempre han sido necesarios para conocer las expectativas cumplidas y no cumplidas de los lectores y, como consecuencia, para identificar las posibles mejoras en la gestión bibliotecaria. Estudiar el comportamiento de los usuarios con relación a un recurso determinado como el libro electrónico permite, además, que afloren asuntos no estrictamente bibliotecarios como el formato de los libros electrónicos o las particularidades de la edición y sus funcionalidades. Estos aspectos, que se derivan de los modelos que aplique cada editorial, deben ser transmitidos en la cadena del libro (desde el usuario hasta el editor pasando por el bibliotecario o la agencia de suscripciones) para que las necesidades de unos y otros consigan ajustarse lo máximo posible.

La biblioteca seleccionada para este estudio está especializada en química, física, biología estructural y bioquímica, entre otras disciplinas. Fue fundada en 1946, al mismo tiempo que el Instituto de Química-Física Rocasolano, y desde sus orígenes la Biqfr fue innovadora para su época: libre acceso, expositores para los últimos números y último año, etc. Dentro de la Red de Bibliotecas del CSIC, la Biqfr fue pionera en la adquisición de libros electrónicos en 2007. Su trayectoria y su política con relación a los libros electrónicos son un buen ejemplo de los cambios que las bibliotecas están pasando con la aplicación de este recurso electrónico como parte de la oferta de contenidos que se ponen a disposición de los usuarios (Romero-Otero; Toledo-Giménez, 2013), y el hecho de ser una pionera en la creación de una colección de libros electrónicos le permite tener una trayectoria larga e interesante para detectar la percepción, las inquietudes y la aceptación de los usuarios, en el ámbito de las bibliotecas de investigación.

 

3 Metodología

En este estudio se empleó el método de la encuesta para recabar la información procedente de los usuarios. Se consideró el instrumento más indicado para poder llegar a todos los usuarios de esta biblioteca de investigación. Se diseñó un cuestionario en línea que fue difundido entre todos los usuarios de la Biqfr del CSIC y que fue promocionado desde la propia biblioteca.

Inicialmente el marco poblacional objeto de estudio estaba conformado por los 62 investigadores pertenecientes a este instituto, entre los que se incluyen: investigadores de plantilla (de las tres categorías: científicos titulares, investigadores científicos y profesores de investigación), investigadores posdoctorales e investigadores de organismos públicos de investigación.

Sin embargo, esta biblioteca de investigación también cuenta con otros usuarios tales como estudiantes predoctorales, universitarios, técnicos de investigación y usuarios en línea que pertenecen a distintos institutos del CSIC, por lo que potencialmente el tamaño de la población objeto de estudio a la que iba dirigida la encuesta es una población no determinada.

Puesto que el cuestionario se difundió a través de la web de la biblioteca y los destinatarios fueron no solo los investigadores de plantilla sino también los usuarios externos al instituto de investigación, el número total de respuestas obtenido fue de 70. La tasa de respuesta de los miembros del Instituto de Química-Física Rocasolano fue del 91,9 %.

Con el objetivo de ofrecer resultados más representativos y de caracterizar dos perfiles de usuarios distintos, las respuestas se agruparon en a) investigadores (en plantilla y posdoctorales) y b) estudiantes (predoctorales y universitarios).

La encuesta fue lanzada a través del blog de la Biqfr (<http://biqfr.blogspot.com/>), medio por el cual los usuarios pudieron acceder y participar en la encuesta. Es relevante señalar que se optó por este medio porque el blog de la Biqfr es uno de los canales de comunicación más utilizados y fluido entre los usuarios y el personal de esta biblioteca de investigación. Igualmente, también se hicieron recordatorios vía correo electrónico y se les solicitó la colaboración a los bibliotecarios de la Biqfr, para que contribuyeran con la difusión de la encuesta, informando y recordando de su existencia a todos los usuarios que se acercaran a la biblioteca.

Dicha encuesta en línea se realizó en el periodo comprendido entre el 7 y el 28 de marzo de 2011. El tiempo de cumplimentación era de aproximadamente cinco minutos y su diseño tuvo una estructura sencilla, empleó un lenguaje claro y planteó preguntas muy concretas (en total 12), cuyo fin era responder y profundizar en cada uno de los objetivos específicos de esta investigación.

Por último, a través del programa SPSS se realizó el tratamiento de los datos y la obtención de los resultados descriptivos, a través de tablas de distribución de frecuencias y tablas de contingencia añadiendo el estadístico c2 para comprobar si existía relación entre las variables objeto de estudio; por lo tanto, se trató de un estudio no paramétrico a nivel únicamente descriptivo.

 

4 Resultados

En el análisis realizado sobre los usuarios de la Biqfr, destaca la especialización de estos, ya que los destinatarios potenciales de la encuesta que se planteó son investigadores consolidados o en formación o profesores universitarios, en su gran mayoría.

En relación con los que contestaron a la encuesta, el perfil predominante es el de los investigadores de plantilla e investigadores posdoctorales con un 81,4 %, y con edades comprendidas entre los 36 y los 55 años en un 50 % de los casos. El gráfico 1 muestra la distribución de respuestas por categoría profesional o estatus académico y edad. Esta información permite que los tipos de usuarios que pueden identificar y relacionar su perfil con los tipos de respuesta, actitudes, etc., que tienen relación con el libro electrónico.

 
 Distribución de respuestas según estatus académico y edad

Gráfico 1. Distribución de respuestas según estatus académico y edad

 

Como resulta lógico, en el grupo de los estudiantes (predoctorales y universitarios) hay un predominio de usuarios jóvenes, es decir, en edades comprendidas hasta los 35 años; en cambio en el grupo de los investigadores (posdoctorales y de plantilla), aunque están presentes usuarios de los tres grupos de edad, existe una mayor presencia de aquellos que se encuentran entre los 36 y los 55 años.

Con relación al área de investigación de los encuestados, más de la mitad de los usuarios (64,3 %) trabajan en el área de química. Le siguieron en participación los especialistas en física (24,3 %) y otras disciplinas (11,4 %), entre las que destaca la biología estructural.

Cruzando esta variable con el estatus, se detecta que existe una relación significativa entre ellas (c2=16,957 y P-valor=0,000). Esta relación se debe a que el perfil de respuestas para cada una de las áreas es distinto atendiendo a las categorías profesionales analizadas. Se detecta una mayor participación de investigadores entre los químicos, con un 75,4 % del total de respuestas de esa área, mientras que entre los físicos que respondieron, los investigadores solo suponen un 15,8 %; sin embargo, un 61,5 % de las respuestas de los físicos procede de estudiantes predoctorales y universitarios (véase la tabla 1):

 
Estatus académico
Área de trabajo o de estudio
 
 
Física
Química
Otras áreas
Total

Estudiantes predoctorales y universitarios

8
2
3
13
%
61,5
15,4
23,1
100,0

Investigadores

9
43
5
57
%
15,8
75,4
8,8
100,0

Total

17
45
8
70
%
24,3
64,3
11,4
100,0
c2 = 16,957 i P – valor = 0,000

Tabla 1: Área de trabajo o de estudio con respecto al estatus académico

 

4.1 Uso de los libros electrónicos de la Biqfr

Los resultados obtenidos permiten afirmar que el nivel de uso de los libros electrónicos científico-técnicos en esta biblioteca de investigación es elevado, pues un 63 % de los usuarios encuestados señaló haber utilizado alguna vez este recurso electrónico.

Se encontró una relación significativa entre la edad de los encuestados y el uso de los libros electrónicos (c2=10,349 y P-valor=0,006), ya que los grupos de las edades comprendidas de hasta 35 años (55,6 %) y los de 36 a 55 años (80,0 %) son los que más han usado este recurso electrónico, frente al grupo de 56 años o más que no lo ha utilizado (un 64,7 %).

 
 Uso de los libros electrónicos por edad

Gráfico 2. Uso de los libros electrónicos por edad

 

Tanto investigadores como estudiantes han usado este recurso electrónico por igual, es decir, ninguno de los dos grupos se ha destacado por hacer un mayor uso puesto que no hay relación entre las variables. Por tanto, la edad aparece como un factor más condicionante que el estatus, como era previsible.

Por otro lado, resulta interesante conocer los motivos expuestos por los usuarios para no utilizar los libros electrónicos (véase la tabla 2): un 46,2 % no los usa porque encuentra la información que necesita en otro tipo de fuentes, como las revistas electrónicas y las bases de datos. El 38,5 % señaló que le resulta incómodo leer en la pantalla, mientras que un 34,6 % plantea que no ha usado los libros electrónicos sencillamente por desconocimiento. Ahora bien, un porcentaje mucho menor, un 3,8 %, de los encuestados señaló que la causa de la falta de uso es la escasa oferta de títulos en este formato para sus áreas de interés o la dificultad para encontrarlos en el catálogo de la Biqfr. Esto evidencia que la falta de uso no se debe solamente a la falta de contenidos pertinentes que proporcionan las bibliotecas, sino más bien a que el hábito adquirido les lleva a consultar primero otro tipo de fuentes y/o son reacios a enfrentarse a un recurso de información nuevo, fenómeno que ha sucedido siempre a lo largo de la historia ante cualquier tecnología o soporte innovadores.

 

Razones

Respuestas

%

Información en otras fuentes

12

46,2

Incomodidad para leerlos en pantalla

10

38,5

Desconocimiento

9

34,6

Dificultad para encontrarlos en el catálogo

1

3,8

Escasa oferta para sus áreas de interés

1

3,8

Otras razones

3

11,5

Tabla 2. Razones para no usar los libros electrónicos científico-técnicos

 

En las preguntas de respuesta abierta, en las que los usuarios podían expresar sus opiniones, no se detectó un fuerte apego con respecto al libro impreso frente al libro electrónico, actitud que probablemente variaría en una biblioteca de ciencias humanas y sociales, donde el libro impreso tiene un importante valor como contenido pero también como objeto.

Atendiendo a la diferencia por edades (véase la tabla 3), un 50 % del grupo de hasta 35 años señaló como razón principal para la falta de uso de los libros electrónicos el desconocimiento que tienen de este recurso electrónico. Esta respuesta es similar a la del grupo de 36 a 55 años, aunque en este caso aumenta hasta el 57,1 %. Por su parte, un 63,6 % de los usuarios del grupo de 56 años o más señaló que la razón principal para no usar los libros electrónicos es que encuentran la información que necesitan en otras fuentes.

Asimismo, la segunda razón para no utilizar los libros electrónicos, tanto en el grupo de hasta 35 años como en el de 56 años o más, es la incomodidad de tenerlos que leer en la pantalla. En cambio, para el grupo de 36 a 55 años, la segunda razón de "no uso" es que encuentran la información que necesitan en otras fuentes.

 
Razones
 
Edad
 
 
Hasta 35
36-55
56+
Total
Desconocimiento
4
4
1
9
 
 
%
50,00
57,10
9,10
 
Dificultad para encontrarlos en el catálogo
0
0
1
1
 
 
%
0,00
0,00
9,10
 
Incomodidad para leerlos en pantalla
3
2
5
10
 
 
%
37,50
28,60
45,50
 
Escasa oferta para sus áreas de interés
0
0
1
1
 
 
%
0,00
0,00
9,10
 
Información en otras fuentes
2
3
7
12
 
 
%
25,00
42,90
63,60
 
Otras razones
1
1
1
3
 
 
%
12,50
14,30
9,10
 
Total
8
7
11
26

Tabla 3. Razones para no usar los libros electrónicos por grupos edad

 

Los tres grupos de edad coincidieron en que los motivos que menos influencia tienen para no usar los libros electrónicos son la dificultad para encontrarlos en el catálogo de la biblioteca y la escasa oferta de libros electrónicos para sus áreas de interés. De estos resultados se puede extraer la conclusión de que frenan más en el uso de los libros electrónicos las razones relacionadas con los hábitos ya adquiridos (lectura en papel frente a lectura en pantalla, consulta de fuentes habituales frente a consulta de nuevas fuentes) o, en otras palabras, el trabajo de los bibliotecarios y los editores se valora y no se ven en ellas especiales trabas para el uso del libro electrónico.

Atendiendo a las respuestas por estatus (véase la tabla 4), los estudiantes (predoctorales y universitarios) (un 66,7 %) no usan los libros electrónicos por el desconocimiento que tienen sobre este recurso electrónico, lo que denota una falta de formación en el uso de recursos de información o una falta de contacto habitual con sus bibliotecas; en cambio, el grupo de investigadores (plantilla y posdoctorales), que representan un 55,0 %, señaló que encuentran la información que necesitan en otras fuentes y, por tanto, no necesitan de otras nuevas. Asimismo, ambos grupos coinciden en señalar como segundo motivo la incomodidad de leer los libros electrónicos en pantallas, lo que hace que no les interese este recurso electrónico. Por el contrario, las razones que menos problemas les ocasionarían si los llegasen a usar son la dificultad de encontrarlos en el catálogo y la escasa oferta de libros electrónicos para sus áreas de interés, resultado que coincide con las respuestas obtenidas con los grupos por edad.

 
Razones
Estatus
   
Predoctorales y estudiantes
Investigadores
Total
Desconocimiento
4
5
9
 
%
66,70
25,00
 
Dificultad para encontrarlos en el catálogo
0
1
1
 
%
0,00
5,00
 
Incomodidad para leerlos en pantalla
2
8
10
 
%
33,30
40,00
 
Escasa oferta
0
1
1
 
%
0,00
5,00
 
Información en otras fuentes
1
11
12
 
%
16,70
55,00
 
Otras razones
2
1
3
 
%
33,30
5,00
 
Total
6
20
26

Tabla 4. Razones para no usar los libros electrónicos por estatus

 

4.2 Comportamiento de los usuarios con respecto al libro electrónico científico-técnico

En relación con los usos que se dan a los libros electrónicos, se ha podido identificar que un 79,5 % de los encuestados los usa para llevar a cabo sus investigaciones, un 77,3 % los emplea para realizar consultas generales y un 43,2 % para estudiar. En menor medida, estos usuarios los emplean como medio de divulgación científico y académico (un 25,0 %) y un 18,2 % para la preparación de sus clases.

Por otra parte, los usos cambian en función del grupo de edad (véase la tabla 5). Así, los usuarios de hasta 35 años respondieron que su principal fin para usarlos es la realización de consultas generales, mientras que el grupo de 36 a 55 años señaló la investigación como el principal fin para el uso del libro electrónico. En el grupo de usuarios más mayores, se señaló un doble uso para el libro electrónico: para investigación y para consultas generales.

 
Fines
Hasta 35
36-55
56 o más
Total
Consultas generales
10
20
4
34
 
%
100,00
71,40
66,70
 
Estudio
6
12
1
19
 
%
60,00
42,90
16,70
 
Investigaciones
8
23
4
35
 
%
80,00
82,10
66,70
 
Preparación de clases
1
7
0
8
 
%
10,00
25,00
0,00
 
Medio de divulgación científico y académico
2
7
2
11
 
%
20,00
25,00
33,30
 
Total
10
28
6
44

Tabla 5. Fines para utilizar los libros electrónicos por grupos de edad

 

Todos los grupos estudiados coincidieron en señalar que los fines para los que menos usan los libros electrónicos son para la preparación de clases y como medio de divulgación científico y académico. Esto último plantea otra transición necesaria: desde el uso del libro electrónico para documentarse e investigar hasta la elección del libro electrónico para publicar. Aunque esta elección no es propiamente del investigador, sino del editor, el primero ha de tener la disposición de probar el nuevo formato, debiendo vencer para ello los recelos que puedan existir.

Por otro lado, los encuestados de este estudio señalaron que el soporte o dispositivo de lectura que más emplean para usar los libros electrónicos es el ordenador personal. Así es en el 95,5 %, sin que se perciban diferencias en función de la edad. La segunda opción más frecuente es la lectura en papel, después de imprimir el libro electrónico, que es empleada por el 36,4 % de los que contestaron. Le siguen la lectura mediante los lectores de libros digitales (15,9 %) y a más distancia el móvil y los PDA (asistentes digitales personales) (2,3 %).

Atendiendo a la variable edad,los resultados muestran que si bien los tres grupos leen principalmente desde el PC, son los grupos de usuarios más mayores los que tienen como segunda opción más frecuente la lectura en papel, después de imprimir el libro electrónico.

Analizando esta pregunta desde la perspectiva del estatus la única cuestión destacable es que los estudiantes predoctorales y universitarios utilizan significativamente más el papel que los investigadores (71,4 % frente al 30 %, respectivamente), hecho que llama especialmente la atención teniendo en cuenta la mayor formación e intuición de los jóvenes en el uso de dispositivos electrónicos, así como el acceso que tienen a estos dispositivos. Quizá el uso de la tecnología esté más vinculado en su caso a las actividades de ocio; en ese caso, la falta de "alfabetización informacional" en el ámbito de lo científico/profesional sería un hecho destacable.

En cuanto a los motivos que impulsaron a este grupo de usuarios a utilizar los libros electrónicos, el 90,7 % lo hizo por iniciativa propia, al 16,3 % le motivó la sugerencia hecha por los bibliotecarios, al 11,6 % fueron sus colegas y/o amigos quienes les animaron a utilizar este recurso electrónico y al 2,3 % les motivaron las sugerencias hechas por los docentes. La disponibilidad de libros electrónicos en la Biqfr fue señalada como "otras razones". No se observaron pautas de uso diferenciadas en función de la edad o del estatus.

En cuanto a las razones o ventajas para utilizar los libros electrónicos,el 66,7 % de los encuestados apuntó a la permanente disponibilidad del recurso. Un 59,5 % expresó que los libros electrónicos les permiten hacer búsquedas e ir a partes específicas del texto. Por su parte, un 52,4 % los utiliza por su gran capacidad de almacenamiento, un 47,6 % porque los puede leer en cualquier sitio y un 33 % porque son fáciles de usar.

Si bien la permanente disponibilidad es una razón aportada por la mayoría de los usuarios, independientemente de su edad, sí hay diferencias en las segundas razones para utilizar los libros electrónicos. Así, el grupo de hasta 35 años indicó que utiliza los libros electrónicos porque tienen una gran capacidad de almacenamiento, mientras que los grupos de 36 a 55 años y los de 56 o más años destacaron la posibilidad de hacer búsquedas e ir a partes específicas del texto, es decir, que valoran más la navegabilidad y la recuperación de información, lo que denota una mayor valoración de las aplicaciones de uso del recurso electrónico, algo que parece lógico en usuarios avanzados de información científica.

Las respuestas a esta pregunta difieren también en función del estatus de los usuarios (estrechamente relacionado con la edad). Estableciendo un paralelismo con los resultados anteriores, los estudiantes predoctorales y universitarios señalaron todas las opciones ofrecidas como ventajas de los libros electrónicos, aunque destacaron su capacidad de almacenamiento y la posibilidad de leerlos en cualquier sitio. Por su parte, los investigadores consolidados (por tanto, en un tramo de edad más alto) valoran especialmente la permanente disponibilidad del recurso y la posibilidad de hacer búsquedas e ir a partes específicas del texto (véase la tabla 6).

 
Utilización de libros electrónicos
Estatus
 
 
Predoctorales y estudiantes
Investigadores
Total
Se pueden leer en cualquier sitio
6
14
20
 
%
85,70
40,00
 
Fáciles de usar
5
9
14
 
%
71,40
25,70
 
Disponibles permanentemente
5
23
28
 
%
71,40
65,70
 
Permiten hacer búsquedas
5
20
25
 
%
71,40
57,10
 
Capacidad de almacenamiento
7
15
22
 
%
100,00
42,90
 
Total
7
35
42

Tabla 6. Razones para utilizar los libros electrónicos por estatus

 

En relación con las dificultades que impiden hacer un mayor uso de los libros electrónicos,el 56,3 % de los encuestados respondió que es la escasa oferta de libros electrónicos por parte de las editoriales en su área de interés. El 31,3 % señaló que se trata de la variedad de formatos (PDF, EPUB, TXT, etc.) de los libros electrónicos lo que impide un mayor uso pues en muchas ocasiones no son compatibles con los dispositivos de lectura que tienen. Un 18,8 % indicó que es la continua y cambiante oferta de dispositivos de lectura que hay en el mercado lo que les frena en un uso más habitual, porque resulta complejo diferenciar las ventajas e inconvenientes de los dispositivos que hay actualmente en el mercado y de los nuevos que surgen. La inestabilidad asociada a esta variación (y mejora) de los modelos se convierte así en un elemento desconcertante para el usuario y en un factor, en cierto modo, limitante de uso.

Un 21,9 % de los encuestados mencionó otras razones para la falta de uso, entre las cuales se destaca el alto coste del precio de los libros electrónicos.

Al analizar esta pregunta por los grupos de edad y estatus, tanto en los investigadores como en los estudiantes, en los tres rangos de edad, no hay cambios con respecto a la pauta general descrita anteriormente.

Un 27,3 % de los encuestados expresó, en la parte de respuesta libre y abierta, no tener ninguna dificultad para utilizar habitualmente los libros electrónicos.

En lo que concierne a si la colección de libros electrónicos que ofrece la Biqfr cubre las necesidades de información que sus usuarios tienen, el 47,7 % de los encuestados respondió que dicha colección sí cubre sus necesidades de información, el 38,6 % señaló que algunas veces, el 6,8 % que no las cubre, y un 6,8 % de los encuestados no respondió a esta pregunta.

Atendiendo a las respuestas por grupo de edad, la biblioteca cubre las necesidades de información de los usuarios de hasta 35 años (en un 66,7 % de los casos) y del tramo siguiente (36–55 años), en un 57,7 %. Por su parte, el grupo de 56 años o más señaló (en un 83,3 % de los casos) que esto ocurre algunas veces. Este resultado podría deberse, al menos, a dos cuestiones. La primera es la mayor experiencia y, en consecuencia, la mayor exigencia con respecto a las fuentes; la segunda es el hábito asentado de consultar otras fuentes que quizá proporcionen información científica similar pero a través de un medio más familiar. No se observaron diferencias en función del estatus.

Con relación a la pregunta final sobre qué futuro creen que tendrá el libro electrónico en el campo de la investigación,el 55,72 % de los encuestados no respondió a esta pregunta, lo que supone un altísimo porcentaje, muy expresivo de la relativa incertidumbre que rodea al "nuevo" recurso. Entre los que sí contestaron, un 64,52 % fue optimista en lo relativo al futuro de los libros electrónicos en el ámbito científico y académico, en el sentido de que será un recurso que se asiente y sea aceptado y de uso común por la comunidad científica. Señalan la visibilidad, la promoción de su uso y la facilidad en el acceso como aspectos clave para que el libro electrónico se consolide.

Por otro lado, el 25,80 % cree que en los próximos años se incrementará su uso, tal como sucedió con las revistas científicas y esto probablemente se deba, según los encuestados, a las ventajas que ofrece este formato (disponibilidad, facilidad de uso, etc.).

Por último, un 3,23 % de los encuestados declaró no saber con claridad cuál o cómo será el futuro de los libros electrónicos en este ámbito y que su éxito dependerá, al menos en parte, de cómo se adapte el libro electrónico a las necesidades reales de información científica. Por su parte, el 6,45 % tiene una visión negativa con relación al futuro de este recurso electrónico, pues teme que los libros electrónicos no puedan actualizarse de la misma manera que lo hacen las revistas electrónicas y este hecho en su ámbito tiene un papel muy importante.

 

5 Discusión

Este estudio, al igual que otras investigaciones (Rowlands et al., 2007; Springer, 2009; JISC, 2009) realizadas a usuarios de libros electrónicos en bibliotecas universitarias y de investigación, evidencia que se está incrementando gradualmente el uso de este recurso electrónico en los entornos académicos y científicos, pues "se reconoce que los libros electrónicos tienen un alto potencial en el futuro de la docencia e investigación" (Alonso; Cordón; Gómez, 2011); sin embargo, aunque los resultados de este estudio han identificado un 63 % de usuarios de libros electrónicos en la Biqfr, aún persisten actitudes conservadoras con respecto a este recurso electrónico.

De acuerdo con los rangos de edad de los usuarios encuestados se encontró, como era previsible, que la edad es un factor que condiciona el uso de los libros electrónicos. Son los usuarios más jóvenes y los de mediana edad los que más utilizan este recurso electrónico frente a los mayores, en los que su uso disminuye; este resultado coincide con el de otro estudio que también señala que en el tramo de edad de 17 a 35 años se registra un mayor uso de los libros electrónicos (Rowlands et al., 2007). La cultura digital de los grupos más jóvenes favorece, sin duda, la adopción de los libros electrónicos como un recurso de información más y con más naturalidad. Sin embargo, no habría que descartar las campañas de formación de usuarios específicas para usuarios más mayores pues, a pesar de los hábitos ya adquiridos y asentados y del apego al libro impreso, los usos de los libros electrónicos pueden ser otros, muy prácticos para todos los investigadores y las facilidades de lectura, de consulta y de portabilidad son innegables. Del mismo modo en que la lectura de ficción mediante lectores de libros digitales se extiende entre la población mayor por las ventajas que tiene, entre ellas, la legibilidad (fuentes más grandes, por ejemplo), podría producirse —mediante la adecuada iniciación— una mayor aceptación del libro electrónico en la comunidad investigadora de mayor edad.

Tan importantes como las razones para usar los libros electrónicos son aquellas por las que no se usan. En este estudio se quisieron identificar, y para ello se dirigió una pregunta específica a los usuarios que nunca habían usado un libro electrónico. Estos señalaron como razones principales que la información que necesitan la encuentran en otras fuentes, la incomodidad que les genera el leerlos en una pantalla y el desconocimiento que tienen de los libros electrónicos. Esto refleja que en este grupo de usuarios prevalece una actitud muy conservadora, pues prefieren continuar empleando sus recursos tradicionales de búsqueda de información y justifican la falta de uso en su propio desconocimiento con relación a este recurso electrónico, lo que deja ver que el nivel de conocimiento sobre los libros electrónicos es todavía escaso (Cordón; Alonso; Martín, 2010). Sin embargo, es muy probable que cambie la tendencia y ocurra lo que plantea otro estudio con sus usuarios que también son reacios al uso de los libros electrónicos: "es probable que estos sean persuadidos por la tecnología emergente" (Shrimplin et al., 2011), pero es necesario pasar por una fase de transición que permita conocer mejor y apreciar las diferentes posibilidades que ofrecen los libros electrónicos (Bennett; Landoni, 2005). En cualquier caso, estos datos apuntan a que es necesaria una formación específica por parte de los bibliotecarios, que no solo expliquen el manejo y las utilidades de los libros electrónicos, sino que estimulen su uso.

Con relación a los usos de los libros electrónicos, los usuarios de este campo emplean este recurso electrónico como una herramienta y una fuente más de información que beneficia el desarrollo de su trabajo y de sus investigaciones. Este resultado es similar al obtenido con los estudiantes de Shelburne (2009), Springer (2009) y el JISC (2009), quienes respondieron que los "libros electrónicos de referencia son más adecuados para navegar y buscar que sus versiones impresas, lo cual ha favorecido su uso entre estudiantes e investigadores académicos" (Library Journal, 2010). Este es, sin duda, el tipo de documento que parece más propicio para asentarse en formato de libro electrónico. La facilidad de actualización de una obra de referencia que, por su naturaleza, es cambiante hará que los editores se decanten por este tipo de edición electrónica que, además, los lectores agradecerán, precisamente por su facilidad de consulta. El reciente ejemplo de la Enciclopedia Británica es muy esclarecedor, pues ha dejado de editar su versión impresa y se ha volcado en la edición digital.

El contexto y el fin para los que se utiliza el libro marcan el soporte que se elige. En el ámbito de la investigación interesa encontrar lo que se está buscando, con precisión y con rapidez, y así "los libros electrónicos son los más apropiados para fines de investigación en un entorno de búsqueda en el que el usuario necesita localizar información específica" (Springer, 2009) y le resulta indiferente el formato en el que esté presentada la información que necesita. Igualmente, es probable que también a los usuarios les resulte fácil incorporar esta herramienta de trabajo, porque cuentan con una larga experiencia en el manejo de otros recursos electrónicos a la hora de buscar la información.

Sin embargo, es interesante observar que estos usuarios aún hacen un uso limitado de los libros electrónicos como medio de divulgación científico y académico. Esto posiblemente se deba a la todavía corta trayectoria del libro electrónico que se ha adentrado tímidamente en el mundo académico, sobre todo en lo que concierne a la lectura y consulta, pero que aún debe incorporarse en otros planos como en el de la publicación y en el de la evaluación científica. Los autores deben conocer más acerca de cómo publicar en este formato, qué editores lo permiten o cómo quedan protegidos sus derechos. Probablemente a medio o largo plazo, dichos usuarios vean en el libro electrónico, además de sus conocidas ventajas, un medio más de divulgación científica y académica para dar a conocer los resultados de sus estudios e investigaciones.

En cuanto a los soportes que emplean habitualmente estos usuarios para leer sus libros electrónicos, los resultados de este estudio señalaron que el ordenador personal es el dispositivo que prefieren, a pesar de lo poco ergonómico que puede llegar a ser leer textos largos en una pantalla que emite luz. Sin embargo, este resultado concuerda con los de la encuesta hecha por Library Journal, en la que los usuarios encuestados también leen los libros electrónicos desde el PC (Library Journal, 2010); a su vez, coinciden también con los resultados obtenidos a través de las encuestas hechas por el Joint Information Systems Committee (JISC). Lo cierto es que las plataformas en las que se encuentran los libros electrónicos aún presentan muchas barreras de acceso (JISC, 2009). Asimismo, es probable que la lectura de los libros electrónicos desde el PC sea el reflejo de una costumbre heredada de las revistas electrónicas y que intentan trasladar a los libros electrónicos. También parece haber problemas con las licencias que pueden estar impidiendo la descarga de libros electrónicos a particulares, lo que sin duda limita mucho el uso de este recurso y es una práctica contraria a la naturaleza del producto.

En este estudio todos los grupos analizados leen los libros electrónicos desde un ordenador personal. Este resultado difiere del encontrado en la encuesta a usuarios hecha en 2008 por el JISC, que concluyó que entre sus usuarios a mayor edad, menor intención de lectura tienen en pantalla (Hernández; Nicholas; Rowland, 2009). Sin embargo, sí han sido coincidentes con los resultados de la segunda encuesta realizada por el JISC, en la que observaron un comportamiento similar (JISC, 2009).

En este estudio del JISC, los usuarios mayores de 56 no mostraron desinterés en leer desde la pantalla; en cambio, fueron los usuarios más jóvenes y de mediana edad los que contestaron que estaban leyendo los libros electrónicos impresos y este resultado coincide con otra investigación que plantea que los usuarios de edades jóvenes y medias imprimen los libros electrónicos para leerlos (Rowlands et al., 2007). Los grupos más jóvenes tienen un extraordinario dominio de la tecnología que impide pensar que sea una barrera tecnológica la que les frena la consulta de libros electrónicos. Más bien podrían apuntarse como causas la imposibilidad de descargar libros electrónicos en los lectores de libros digitales (por los términos de la licencia) o, simplemente, una menor práctica en el uso de fuentes de información científica para la investigación.

Otro resultado interesante es que son pocos los usuarios que utilizan los lectores de libros digitales, a pesar de que en teoría estos son los dispositivos adecuados para llevar a cabo la lectura de los libros electrónicos. No parece que el precio de los lectores —en descenso constante— pueda ser una barrera para su utilización sino, más bien, la incompatibilidad que muchas veces hay entre los formatos de los libros electrónicos que tiene la biblioteca y los distintos lectores de libros digitales (Foasberg, 2011).

En cuanto a los motivos que llevaron a los usuarios encuestados a utilizar los libros electrónicos ha destacado la propia iniciativa del investigador, lo que denota su inquietud y predisposición hacia las nuevas formas de búsqueda de la información, aprovechando de esta manera los recursos electrónicos que tienen a su alcance, aunque a veces el perfil parezca más conservador. En segundo lugar, les motivaron las sugerencias hechas por los bibliotecarios, lo que evidencia lo importante que es la tarea que estos profesionales desempeñan en los procesos de adaptación de los usuarios con respecto a las nuevas fuentes y los nuevos formatos que se incorporan a las colecciones. Este resultado concuerda con el del estudio llevado a cabo en el Departamento de Química y Biología en la Indiana University, que mostró que todas las herramientas de marketing utilizadas para la promoción de los libros electrónicos en bibliotecas contribuyen a darles visibilidad entre los usuarios (Zhang; Beckman, 2011).

La razón principal para utilizar los libros electrónicos es su permanente disponibilidad. Este resultado es coincidente con los de otros estudios (JISC, 2009; Springer, 2009; Zhang; Beckman, 2011; Bierman; Ortega; Rupp-Serrano, 2010; Shelburne, 2009).

Por otro lado, resulta interesante identificar que la principal dificultad que tienen los usuarios encuestados es la escasa oferta de libros electrónicos de su interés que ofrecen las editoriales; parece claro que estas deben ampliar su oferta de contenidos, lo que impulsará el uso de este recurso electrónico. Al mismo tiempo, los editores parecen no estar decididos a aumentar la inversión en ediciones digitales mientras el consumo no crezca (Romero-Otero; Giménez-Toledo, 2012).

Los usuarios de esta encuesta no mencionaron como mayor dificultad en el uso de los libros electrónicos la lectura en pantalla, lo que difiere de distintos estudios previos (Hernández; Nicholas; Rowland, 2009; Zhang; Beckman, 2011; Springer, 2009; Shelburne, 2009).

Por último, en cuanto al futuro que creen que tendrá el libro electrónico en el campo de la investigación, se obtuvieron respuestas del 44,28 % de los usuarios: la mayoría mostró una actitud optimista pues consideró que las ventajas que ofrece el libro electrónico hace que se convierta en una herramienta útil de trabajo a la hora de la búsqueda de la información. El porcentaje alto (un 55,72 %) de los usuarios que no contestaron quizá pueda explicarse por una falta de cuestionamiento o de reflexión sobre este tema o por la falta de información sobre las variables que permitirían vislumbrar un futuro más o menos claro. Sin duda, resulta más factible y realista realizar una previsión sobre el futuro del libro electrónico desde la posición de los editores o los bibliotecarios, que disponen de más elementos informativos para forjarse una opinión sobre este asunto. No es raro, por tanto, que sea en el marco de las ferias internacionales del libro donde se publican predicciones sobre el desarrollo del libro electrónico que sirven de termómetro para el sector.

 

6 Agradecimientos

Las autoras agradecen a los usuarios que participaron en el estudio por su buena disposición y la información proporcionada, así como a la Biblioteca del Instituto de Química-Física Rocasolano (Biqfr).

Este trabajo se ha llevado a cabo gracias a la concesión de una beca/contrato predoctoral en el marco del Programa Junta para la Ampliación de Estudios (JAE) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

 

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Fecha de recepción: 19/02/2013. Fecha de aceptación: 13/07/2013.

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