Michela Montesi
Departamento de Biblioteconomía y Documentación
Universidad Complutense de Madrid
Resumen
Objetivo. La crisis sanitaria por Covid-19 ha puesto de manifiesto la centralidad de la información en las situaciones que requieren una adaptación a circunstancias nuevas y potencialmente peligrosas. El objetivo de esta investigación es documentar el comportamiento informacional de una muestra de personas residentes en España durante el confinamiento por Covid-19.
Metodología. Se realizó una encuesta auto administrada con 95 personas durante la última semana del confinamiento más estricto, haciendo hincapié en condicionantes de tipo laboral, familiar y de salud. A los participantes se les preguntó acerca de las razones para utilizar los medios de comunicación tradicionales y los sociales, el uso de la información procedente de instituciones, las características de la información que habían valorado como útil, diferentes dimensiones del comportamiento en información durante el confinamiento y acerca del impacto del confinamiento en varias dimensiones relacionadas con el consumo de información.
Resultados. Los resultados apuntan a que los medios de comunicación tradicionales se utilizaron principalmente para comprender la epidemia y aprender a protegerse, mientras que los medios sociales desempeñaron su función más destacada en el entretenimiento, permitiendo en mayor medida cierto nivel de participación, aunque solo para una parte de los encuestados. La cuarta parte de la muestra no utilizó en ningún momento la información oficial procedente de las instituciones, mientras que un porcentaje parecido lo hizo a través de canales más informales como el teléfono y las redes sociales. Se valoró como más útil la información procedente de fuentes autorizadas, que favoreciera la comprensión y compleja. La gran mayoría de los encuestados sintió la obligación de estar informados y consumió más información que habitual.
Resum
Objectiu. La crisi sanitària per la COVID-19 ha posat de manifest la centralitat de la informació en les situacions que fan necessària una adaptació a circumstàncies noves i potencialment perilloses. L'objectiu d'aquesta investigació és documentar el comportament informacional d'una mostra de persones residents a Espanya durant el confinament per la COVID-19.
Metodologia. Es va fer una enquesta autoadministrada amb 95 persones durant la darrera setmana del confinament més estricte, enquesta en què es posava l'accent en condicionants laborals, familiars i de salut. Es van fer preguntes als participants sobre les raons per a fer servir els mitjans de comunicació tradicionals i els socials, l'ús de la informació procedent d'institucions, les característiques de la informació que havien valorat com a útil, diferents dimensions del comportament quant a la informació durant el confinament i sobre l'impacte que va tenir en diverses dimensions relacionades amb el consum d'informació.
Resultats. Els resultats indiquen que els mitjans de comunicació tradicionals es van fer servir principalment per a comprendre l'epidèmia i aprendre a protegir-se, mentre que els mitjans socials van exercir la seva funció més destacada en l'entreteniment i van permetre, en un grau més elevat, un cert nivell de participació, encara que només per a una part deles persones enquestades. La quarta part de la mostra no va utilitzar en cap moment la informació oficial procedent de les institucions, mentre que un percentatge semblant ho va fer per mitjà de canals més informals, com el telèfon i les xarxes socials. Es va valorar com a més útil la informació procedent de fonts autoritzades, que afavorís la comprensió i fos complexa. La gran majoria de les persones enquestades van sentir l'obligació d'estar informades i van consumir més informació que habitualment.
Abstract
Objective. The health crisis caused by COVID-19 has highlighted the key role of information in situations that require adaptation to new and potentially dangerous circumstances. The objective of this study is to trace the information behaviour of a sample of people residing in Spain during the COVID-19 lockdown.
Methodology. During the final week of the strictest period of lockdown, a self-administered survey emphasizing issues regarding work, family, and health was completed by 95 participants. They were asked about their reasons for using traditional and social media, the use they made of information from institutions, the characteristics of the information they considered useful, different dimensions of their information behaviour during lockdown, and the impact of lockdown on their information consumption.
Results. The results suggest that respondents used traditional media mainly to understand the epidemic and to learn how to protect themselves, and made more use of social media for entertainment; social media allowed a certain level of participation, though onlyamong somerespondents. A quarter of the sample did not use official information provided by the institutions at any time, while a similar percentage did so through more informal channels such as the telephone and social networks. Information from authorized sources was valued as more useful. The vast majority of the respondents felt an obligation to keep up-to-date with events and consumed more information than usual.
1 Introducción
Durante la crisis sanitaria causada por la enfermedad del coronavirus (COVID-19), la problemática relacionada con la información ha estado en primera plana. Así como en abril de 2020 una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (2020) ponía en evidencia la preocupación de la población española con respecto a la fiabilidad de la información que estaba circulando, también se han expresado preocupaciones generales sobre la transparencia y la calidad de la información acerca del virus, que en un primer momento ha llevado a infravalorar su alcance efectivo yha retrasado las medidas de contención. En el caso de los desastres naturales, se trataría de una dinámica, en cierto sentido, común, pues Lopatovska y Smiley (2013), que estudian el caso del huracán Sandy en el área de la ciudad de Nueva York, explican que al principio de la crisis es imposible evitar la información sobre el desastre, mientras que en estadios posteriores se expresan reservas sobre su calidad. En este caso concreto, se criticó haber infravalorado el alcance de la catástrofe, incluso por parte de entidades institucionales, como el propio National Hurricane Center. Sin embargo, está claro que las experiencias que vamos sumando deben aprovecharse para que las próximas crisis nos encuentren mejor preparados, porque, según concluyen Xie, He, Mercer y otros (2020), reflexionando sobre el rol de la documentación o information sciencedurante la pandemia de la COVID-19, toda crisis sanitaria global también supone una crisis enlo que respecta a la información.
La centralidad de la información en las crisis globales y en los desastres naturales deriva de su esencialidad para la existencia y la supervivencia humana. Según Spink y Cole, que hablan del comportamiento humano en lo relativo a la información (human information behavior) desde la perspectiva de la psicología evolutiva, la información forma parte de la condición humana y ocupa una posición central en los procesos de adaptación humana al entorno con el fin de garantizar la supervivencia de la especie (Spink; Cole, 2004; 2006). El comportamiento en lo relativo a la información se considera un elemento que favorece la adaptación a las circunstancias cambiantes de nuestras existencias diarias, que ayuda a sobrellevar los problemas que surgen en el día a día (Barahmand; Nakhoda; Fahimnia et al., 2019). Además, en el marco de acontecimientos no rutinarios como los desastres naturales, es decir, accidentes puntuales que obligan a dejar de lado las actividades cotidianas y plantean exigencias poco familiares para los individuos, el comportamiento informacional debe ajustarse a un panorama en el que cambian sustancialmente las fuentes, los canales y las prácticas de información (Pang; Karanasios; Anwar, 2020). Sin embargo, nuestros conocimientos sobre el comportamiento en lo relacionado con la información en la vida diaria se basan mayoritariamente en el comportamiento observado en situaciones de normalidad (Xie; He; Mercer et al., 2020) y resulta obligado aprovechar las oportunidades, afortunadamente reducidas, de comprender estos fenómenos. Así lo hacen Pan, Cui y Qian (2020), que documentan el comportamiento informacional de seis familias chinas durante la cuarentena por la pandemia de la COVID-19, y describen los recursos informativos y las prácticas de orquestación de estos con el fin de adaptarse y mantener una vida normal.
Además, estudiar situaciones tan críticas como la producida por la pandemia de la COVID-19 puede aportar aquella investigación sobre los seres humanos y la condición humana que Cibangu (2015) echa en falta cuando repasa la historia reciente de la literatura sobre el comportamiento informacional. Concebir la information science como una ciencia humana permitiría, con palabras del autor, la realización de los individuos más vulnerables.
Por estas razones, durante el confinamiento estricto de marzo y abril de 2020, nos planteamos la necesidad de conocer qué estaba pasando a nuestro alrededor. Para poder diseñar una encuesta y conocer cómo se desenvolvían con la información las demás personas recurrimos a la literatura sobre búsqueda de información sobre salud, no solo por tratarse de una crisis sanitaria, sino también porque las enfermedades, al igual que los desastres naturales o las crisis sanitarias, representan acontecimientos traumáticos que exigen un reajuste de la existencia personal a circunstancias nuevas para el restablecimiento de la normalidad (Genuis; Bronstein, 2017). Además, en la literatura biomédica se entiende que ciertas características del comportamiento informacional pueden ocasionar cambios de comportamiento de otros tipos y estrategias de adaptación beneficiosas para la salud y el bienestar. En este sentido, Pluye, El Sherif, Granikov y otros (2019), resumiendo los resultados de 65 estudios previos, concluyen que en salud los efectos del comportamiento informacional dependen del contexto y son situacionales, pueden ser tanto positivos como negativos —en sentido negativo destacan la ansiedad y la falta de cumplimiento con el tratamiento—, afectan tanto a individuos como al sistema de salud, de lo que resulta tanto un uso excesivo de los servicios sanitarios como que se evite acudir a estos en caso de necesidad. La reciente crisis sanitaria por la COVID-19 se ha podido gestionar gracias a la colaboración de una ciudadanía informada, y en este estudio pretendemos conocer las prácticas informacionales de una muestra de la población española. Aunque en los modelos de comportamiento con respecto a la salud que revisan Greyson y Johnson (2016) las prácticas de información se sobrentienden en un concepto de información que todavía se entiende como un objeto o recurso, sería el propio ejercicio de varias actividades informacionales el que puede desempeñar una función de reajuste y adaptación a determinadas circunstancias. Concretamente, según Meadowbrooke, Veinot, Loveluck y otros (2014), el conocimiento de por sí, por ejemplo, acerca de ciertos riesgos, no es suficiente para poder apreciar cambios significativos en comportamientos y hábitos, mientras que un comportamiento informacional activo, que incluya también la exposición y el uso de la información en un marco social en el cual se puedan compartir experiencias con otros, sí puede producir cambios. En general, según subrayan algunos estudios, el comportamiento informacional que puede producir cambios en otras facetas del comportamiento humano es el que implica el uso de la información y que se da en un marco social de apoyo mutuo e intercambio de información (Wolf; Veinot, 2015; Erfani; Abedin; Blount, 2017). Otros estudios citados por Montesi (2019) apuntan a que prácticas de información como buscar, intercambiar u ofrecer información permiten ejercer actividades cognitivas y dan como resultado, consecuentemente, una mayor autonomía y competencia en la gestión de enfermedades; mientras que McKenzie y Willson (2019) consideran que la interacción social de por sí es una fuente de información, que permite obtener información especializada de miembros de la comunidad, así como ayuda, apoyo y legitimización de experiencias. Para estas autoras, interactuar con la comunidad significa aprender, mediante la participación, cómo renegociar la identidad personal y reubicarse en una comunidad en circunstancias de "transición", es decir, de cambios que requieren adaptarse a una nueva situación. Por otro lado, en el marco de los desastres naturales, Lopatovska y Smiley (2013) apuntan a que, en algunas etapas, las experiencias personales pueden llegar a ser las fuentes de información más importantes, debido a fallos de la red eléctrica y la infraestructura de telecomunicaciones. Asimismo, obtener y ofrecer información a través de la experiencia personal y el contacto directo con otras personas puede reforzar el sentido de pertenencia a una comunidad, especialmente en la etapa de recuperación del desastre, durante la cual se producen necesidades de información relacionadas con el afecto, la estima y la autorrealización. La importancia de las dinámicas de colaboración e interacción social se reitera en el estudio que mencionábamos arriba sobre las prácticas de información de seis familias chinas durante la cuarentena por la COVID-19. Pan, Cui y Qian (2020) hablan de prácticas de orquestación de los recursos informativos desplegadas con el fin de adaptarse y mantener una vida normal, y destacan tres elementos: 1) la emergencia y la convergencia en línea, que aluden, por un lado, a la dependencia de las tecnologías y, por otro, a la necesidad de instruir a los miembros de la comunidad menos familiarizados con estas, las personas mayores; 2) la necesidad de superar los impedimentos en el flujo de información, tanto por carencia como por exceso de esta; y 3), finalmente, la capacidad de absorción y asimilación de nueva información en la base de conocimiento de las personas estudiadas, es decir, de aprendizaje.
De hecho, aunque los estudios sobre las prácticas de información en momentos de crisis y desastres naturales hablan de un aumento del uso de los medios sociales, estos no siempre resultan ser importantes fuentes de información para las personas afectadas, sino, más bien, para autoridades y agencias de salud pública que, rastreando la actividad de usuarios en diferentes plataformas, pueden localizar colectivos y áreas más necesitados (Muniz-Rodriguez; Ofori; Bayliss et al., 2020). Ryan (2018), en una encuesta con la población australiana afectada por diferentes tipos de inundaciones, encontraba que las principales fuentes de información eran otras personas, la televisión, las noticias y los sitios web de meteorología, mientras que las redes sociales no destacaban en el panorama informativo en estas situaciones de alerta. Por otro lado, Abedin y Babar (2018) encontraban que la información sobre el incendio que afectó a Australia en 2014 se difundía ampliamente a través de Twitter tanto por parte de instituciones como de individuos, aunque se retuiteaban más los mensajes que no procedían de instituciones. Aunque la investigación se ha centrado exclusivamente en el uso de la plataforma de microblogs, apunta al valor de la información experiencial frente a la institucional. Pang, Karanasios y Anwar (2020), resumiendo varios estudios previos al respecto, constatan que, durante los desastres naturales, la información se difunde inicialmente a través de los medios de comunicación tradicionales como la televisión o la radio, los avisos de las autoridades y el boca a boca, cada vez más mediatizado por las tecnologías, aunque para quienes se encuentran cerca del desastre las señales del entorno y el comportamiento de otras personas pueden alertar sobre el peligro inminente.
El objetivo del presente trabajo es conocer las prácticas de información de las personas encuestadas durante la crisis sanitaria por la COVID-19 y, en particular, debido también a la escasa representatividad de la muestra con respecto a la población española, detectar condicionantes de estas prácticas derivados de características específicas de la situación, tanto familiar como laboral o de salud. El comportamiento en lo relativo a la información funciona como un mecanismo de adaptación porque depende de la situación y el contexto en los que se produce, además de las características específicas de los individuos (Hirvonen; Huotari; Niemeläet al., 2012). Además, la información no puede desvincularse de su contexto y no es un objeto estático (Greyson; Johnson, 2016).Con lo cual, consideramos interesante centrarnos en los condicionantes de esa situación y ese contexto tan diferentes de lo normal en el comportamiento informacional. Con ese objetivo, se realizó una encuesta para fotografiar el comportamiento informacional de una muestra de personas residentes en España durante la última semana del confinamiento más estricto.
2 Metodología
El cuestionario autoadministrado se publicó en una red social de vecinos y se difundió entre parte del alumnado del grado de Información y Documentación de la Universidad Complutense de Madrid (104 alumnos) y sus respectivas familias, y los resultados se recogieron entre el 22 y el 25 de abril de 2020, la última semana del confinamiento más estricto. Tras la realización de una prueba piloto con 2 participantes, se realizaron unas modificaciones encaminadas a mejorar la comprensibilidad de las preguntas. El muestreo fue accidental, pues la participación en la encuesta estuvo abierta a quienes quisieran participar durante los 4 días mencionados. El cuestionario constaba de 14 preguntas abiertas y cerradas, e incluía preguntas de opción múltiple y de escala de Likert. Los datos se analizaron con Excel y SPSS para producir análisis de estadística descriptiva. En algunos casos, se planteó la hipótesis de posibles asociaciones entre las variables estudiadas realizando la prueba dela ji al cuadrado o la prueba exacta de Fisher, cuando los datos no cumplían con los requisitos para realizar la primera prueba.
Se recogieron un total de 95 respuestas, y las características demográficas más destacadas de la muestra se describen en la Tabla 1. Se trata de una muestra reducida que no es representativa de la población española y los análisis que se derivan de ella sirven principalmente para aislar aspectos vinculados con una situación muy concreta (el confinamiento por la COVID-19) y potencialmente relevantes para aprender a conocer cómo se comportan las personas en lo relacionado con información en las situaciones de crisis.
Nivel de estudios | ||
---|---|---|
Estudios universitarios | 66 |
69,5 % |
Estudios secundarios | 17 |
17,9 % |
Enseñanza profesional | 10 |
10,5 % |
Estudios primarios | 1 |
1,1 % |
No contesta | 1 |
1,1 % |
95 |
100 % |
|
Franja de edad | ||
De 18 a 25 años | 32 |
33,7 % |
De 26 a 40 años | 18 |
19 % |
De 41 a 55 años | 39 |
41 % |
De 56 a 65 años | 4 |
4,2 % |
Mayor de 65 | 2 |
2,1 % |
95 |
100 % |
|
Residencia | ||
Comunidad de Madrid | 75 |
78,9 % |
Otras comunidades | 19 |
20,0 % |
No contesta | 1 |
1,1 % |
95 |
100 % |
|
Sexo | ||
Mujer | 67 |
70,5 % |
Hombre | 28 |
29,5 % |
95 |
100 % |
Tabla 1. Características demográficas de la muestra encuestada
En cuanto a las características de la situación, se recogieron datos relativos a la situación laboral, familiar y de salud. Acerca de la situación laboral, se preguntó si la persona había perdido el trabajo por un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) u otra causa, si lo había mantenido, o acerca de otras situaciones particulares. Con respecto a la situación familiar, diferenciamos los casos según las personas con las que se había compartido el confinamiento (niños, adultos o en soledad). Finalmente, con respecto a la situación de salud, diferenciamos los casos de personas que habían estado en contacto con el virus, por haberlo contraído, por haber convivido con otra persona infectada o incluso por haber tenido síntomas compatibles con la COVID-19, frente a los que no habían tenido contacto alguno con el virus.
Situación laboral | |
---|---|
Pierde el trabajo | 23 |
Mantiene el trabajo | 42 |
Estudiante | 20 |
Jubilado | 3 |
Otras situaciones | 7 |
95 |
|
Situación familiar | |
Ha convivido con niñas/os | 21 |
En familia o con otros adultos | 62 |
Sola/o | 12 |
95 |
|
SituacióN de saluD | |
En contacto con el virus | 23 |
Sin contacto con el virus | 71 |
Otras situaciones | 1 |
95 |
Tabla 2. Desglose de muestra según su situación laboral, familiar y de salud
Se recogieron las experiencias de los participantes en los siguientes aspectos: a) las razones para utilizar, durante el confinamiento, los medios de comunicación tradicionales, por un lado, y los medios de comunicación sociales, por otro; b) el uso de la información procedente de instituciones; c) las características de la información que habían valorado como útil durante el periodo de confinamiento; d) diferentes dimensiones del comportamiento en lo relativo a la información durante el confinamiento; y e) percepción del impacto del confinamiento en varias dimensiones relacionadas con el consumo de información.
Para todas las dimensiones analizadas se planteó la hipótesis de que las diferentes situaciones de confinamiento estuvieran asociadas con las mismas, y, en algunos casos que se indican expresamente en los resultados, la hipótesis nula se pudo rechazar basándose en la prueba de la ji al cuadrado o la prueba exacta de Fisher, dependiendo de la naturaleza de los datos analizados.
3 Resultados
3.1 Razones para utilizar los medios de comunicación durante el confinamiento
Figura 1. Razones para utilizar los medios de comunicación tradicionales durante el confinamiento
Según puede verse en la figura 1, durante el confinamiento, periódicos digitales o impresos, informativos televisivos y otros programas televisivos han desempeñado un rol importante para comprender la epidemia y aprender a protegerse, pues, respectivamente, el 82,61 % y el 70,45 % de los encuestados indicaron haberlos utilizado mucho o bastante con estas finalidades. Esta función fue particularmente importante para las personas que habían estado en contacto con el virus, quienes indicaron haberlos utilizado mucho o bastante más que el resto (valor de p de la prueba exacta de Fisher = 0,018). Asimismo, los medios de comunicación tradicionales se utilizaron mucho o bastante para el entretenimiento (59,78 %), sin diferencias derivadas de la situación. Por otro lado, en dimensiones más participativas, como percibir apoyo o sentirse parte de un colectivo, su rol se ha percibido como menos importante y, respectivamente, el 67,07 % y el 69,05 % de las personas participantes declararon haberlos utilizado con este fin poco o nada. Por otro lado, los participantes que habían perdido su trabajo se diferenciaron del resto, pues declararon haber utilizado estos medios para "percibir apoyo de las demás personas en mi misma situación" más de lo esperado (ji al cuadrado = 5,347; df = 1; valor de p = 0,021). Otra situación que ha supuesto un uso diferencial de periódicos, informativos y otros programas televisivos ha sido la presencia de niños en el hogar, pues en estos casos los medios tradicionales tuvieron mayor presencia en dimensiones relacionadas con la vida diaria, destaca que se habían utilizado con más intensidad de lo esperado para obtener ideas para pasar el tiempo (ji al cuadrado = 9,560; df = 1; valor de p = 0,02), tomar decisiones del día a día para sobrellevar el confinamiento (ji al cuadrado = 6,101; df = 1; valor de p = 0,014) y conocer la experiencia de otras personas en situaciones similares (ji al cuadrado = 6,128; df = 1; valor de p = 0,013).
En cuanto a los medios sociales, como Facebook, Twitter, WhatsApp o YouTube, aunque en muchos casos se les reconoce una función para comprender la epidemia y aprender a protegerse, pues el 66,3 % y el 59,8 % indicaron haberlos utilizado mucho o bastante con este fin, los participantes destacaron especialmente sus posibilidades para el entretenimiento (90,1 % "mucho o bastante") y obtener ideas para pasar el tiempo (72,9 % "mucho o bastante"), según puede verse en la figura 2. Tampoco los medios sociales se utilizaron intensamente como herramientas participativas, pues más de la mitad de los participantes las utilizaron poco o nada para sentirse parte de un colectivo (53,7 %) o compartir su experiencia (67,9 %), aunque más que los medios de comunicación tradicionales (figura 3). Algo más de la mitad utilizó los medios sociales mucho o bastante para ayudar a otras personas allegadas (57 %).
Figura 2. Razones para utilizar los medios sociales durante el confinamiento
En cuanto a los elementos de la situación que dieron lugar a un uso diferente de los medios sociales, una vez más la presencia de niños en la familia supuso que se usaran más intensamente con el objetivo de compartir experiencias (ji al cuadrado = 3,838; df = 1; valor de p = 0,050). Por otro lado, las personas que habían estado en contacto con el virus utilizaron los medios sociales más que las demás para encontrar alivio (ji al cuadrado = 3,894; df = 1; valor de p = 0,048) y obtener ideas para pasar el tiempo (ji al cuadrado = 4,490; df = 1; valor de p = 0,034), debido posiblemente a la situación de mayor pasividad a la que se veían relegadas por la enfermedad.
Comparativamente con los medios de comunicación tradicionales, los medios sociales se utilizaron más a menudo para entretenerse, obtener ideas para pasar el tiempo, encontrar alivio y sentirse parte de un colectivo (figura 3), lo que pone de manifiesto las funciones diferenciadas de estos medios.
Figura 3. Comparación de las razones para utilizar a menudo o bastante medios sociales y medios de comunicación tradicionales
3.2 Uso de información oficial
Con relación a la información oficial, procedente de instituciones nacionales o locales, hospitales, centros de investigación, policía o guardia civil (era posible más de una respuesta), aproximadamente el 17 % de las personas encuestadas no se ha planteado ni ha necesitado utilizar este tipo de información, mientras que el 8,5 % ha obtenido esta información exclusivamente a través de los medios de comunicación. En total, en aproximadamente la cuarta parte de los casos no ha habido interacción con las instituciones con el objetivo de obtener información. Destaca un importante porcentaje de respuestas que apuntan a que la información oficial se ha utilizado mediante canales más informales como el teléfono (10,6 %) y las redes sociales (19,7 %). Aproximadamente en un 40 % de los casos las páginas web de diferentes instituciones se habían utilizado para realizar trámites u obtener información. No se mencionaron otras modalidades para acceder a la información oficial.
N.º de respuestas |
% |
|
---|---|---|
Otra persona ha consultado páginas web de instituciones para mí. | 4 |
2,8 |
No me he planteado utilizar este tipo de información. | 11 |
7,7 |
No he necesitado utilizar este tipo de información. | 13 |
9,2 |
He accedido a páginas web de instituciones para realizar trámites. | 15 |
10,6 |
He llamado a algún teléfono específico para consultas sobre COVID-19. | 15 |
10,6 |
He obtenido información institucional exclusivamente a través de periódicos e informativos. | 12 |
8,5 |
He obtenido información institucional a través de las cuentas oficiales de las instituciones en las redes sociales. | 28 |
19,7 |
He accedido a páginas web de instituciones para obtener información. | 44 |
31,0 |
142 |
100,0 |
Tabla 3. Uso de la información de carácter oficial
El hecho de haber utilizado o no información institucional, independientemente de la forma de acceder a ella, no está relacionado con ninguna de las situaciones analizadas, con lo cual los resultados reflejan una percepción generalizada sobre estos recursos.
3.3 Características de la información valorada como útil durante el periodo de confinamiento
A pesar de que una cuarta parte de los encuestados no había interactuado con las instituciones para obtener información oficial, el 76,9 % considera útil a menudo o siempre la información procedente de fuentes oficiales, según puede desprenderse de la figura 4. Otra característica de la información considerada útil a menudo o siempre es que se base en el conocimiento de expertos (81,2 %), destaca una vez más la autoría como criterio de utilidad y, de alguna manera, se puede decir que se considera útil la información cuyo origen es fiable y autorizado. La posibilidad de contrastar la información es el tercer criterio de utilidad más seleccionado, pues un 80 %indicó que consideraba útil a menudo o siempre esta característica de la información, mientras que el 70,7 % indicó su preferencia por la información que plantea diferentes puntos de vista; estos dos aspectos apuntan a que se valoró como útil la información más compleja. Las propiedades que siguen por orden de importancia apuntan a la adecuación de la información para los conocimientos previos de quienes participaron, tanto en términos de comprensibilidad como de aprendizaje. Al otro lado del espectro, un mayor número de participantes consideró útil solo a veces o nunca la información que daba fundamento a sus presentimientos (58 %), se basaba en experiencias personales (55,6 %) o procedía de la red de contactos personales o de personas parecidas (51,9 %), lo que apunta a una escasa valoración del conocimiento experiencial. Sin embargo, la diferencia entre quienes consideraron útiles estos criterios a menudo o siempre y quienes, en cambio, solo lo hicieron a veces o nunca no es tan pronunciada como para los aspectos seleccionados como más útiles.
Figura 4. Características de la información valorada como útil durante el periodo de confinamiento
Los participantes que habían pasado el confinamiento con niños presentaron diferencias con respecto al resto de los participantes. Para aquellas personas, la información que procede de su red de contactos y de personas parecidas (prueba de la ji al cuadrado = 4,086; df = 1; valor de p = 0,043) y que plantea diferentes puntos de vista (prueba de la ji al cuadrado = 4,196; df = 1; valor de p = 0,041) se considera útil más a menudo que para el resto de los participantes.
Las respuestas a una pregunta abierta que se proponía a continuación reiteran los criterios de utilidad seleccionados, pues insisten en la veracidad, seriedad y sinceridad de la información, en su desvinculación de intereses partidistas, en la necesidad de coherencia en el tiempo, en su comprensibilidad, claridad y continua actualización. Aquellos comentarios que enfatizaron las experiencias personales apuntaron a las vivencias del personal sanitario y a los relatos del personal técnico en primera línea, como historias "reales", y rechazaron que se hiciera énfasis en los "dramas personales". También se recalcó la sensación de seguridad transmitida por la información.
3.4 Comportamiento informacional durante el confinamiento
Figura 5. Frecuencia de ciertas situaciones en el comportamiento informacional de los encuestados
Según puede observarse en la figura 5, más del 64,1 % de las personas encuestadas percibió a menudo la necesidad de estar informada sobre la situación y un porcentaje poco inferior (59,8 %) consumió más información de la habitual. Aunque en más de la mitad de los casos (54,8 %) se percibió estar a menudo saturados por la información, en menor medida se dieron comportamientos como evitar información (28,9 %) o ansiedad relacionada con el consumo de información. Consumir información, más que aliviar, generó más a menudo posibles estados de ansiedad (28,1 % frente al 4,7 %). También en algo más de la mitad de los casos (52,3 %) se cuestionó a menudo la fiabilidad de la información y se buscó confirmación en diferentes fuentes (51,1 %); sin embargo, solo en el 31,9 % de los casos se percibieron a menudo contradicciones en las fuentes utilizadas. En el 42,9 % de los casos se ha sentido a menudo la necesidad de compartir información. Cabe destacar que las situaciones visualizadas en el punto medio del gráfico se caracterizan todas por actitudes activas y participativas con respecto a la información: cuestionarse su fiabilidad, buscar confirmación en diferentes fuentes, compartir información y detectar sus contradicciones. Todas estas situaciones se vivieron a menudo por parte de aproximadamente la mitad de las personas encuestadas o menos.
De los factores de la situación que influyeron en los aspectos del comportamiento informacional medidos, una vez más la presencia de niños en el hogar apuntó a diferencias con el resto de la muestra, pues, en el caso de hogares con niños, se dio menos a menudo la circunstancia de evitar información (prueba dela ji al cuadrado = 5,091; df = 1; valor de p = 0,024). Por otro lado, el haber estado en contacto con el virus apuntó a dos posibles diferencias con el resto de los participantes, aunque la hipótesis nula no pudo rechazarse debido a que el valor de p se situó ligeramente por encima del umbral de significación del 0,05. Es muy probable que una muestra más amplia permita confirmar esta asociación, en línea con la investigación sobre el comportamiento informacional en lo relativo a la salud, que relaciona la enfermedad con un comportamiento informacional más activo. Haber estado en contacto con el virus puede dar lugar a un mayor consumo de información (prueba dela ji al cuadrado = 2,911; df = 1; valor de p = 0,088) y a la más frecuente percepción de contradicciones en la información consumida (prueba de la ji al cuadrado = 3,390; df = 1; valor de p = 0,066).
3.5 Percepción del impacto del confinamiento y la crisis sanitaria sobre cuestiones relacionadas con el consumo de información
Figura 6. Impacto del confinamiento sobre algunos aspectos relacionados con el consumo de información
La crisis sanitaria ha tenido una repercusión importante en la vida de las personas encuestadas, pues en todos los aspectos sometidos a evaluación se observaron cambios, aunque con intensidades diferentes. La gran mayoría de las personas encuestadas manifestó estar de acuerdo en la necesidad de una cultura más participativa (75,3 % " de acuerdo") y de contrastar la información (73,3 % "de acuerdo"). Aproximadamente un 80 % declaró ser más consciente de las limitaciones de la ciencia (52,8 % "de acuerdo" y 30,3 % "parcialmente de acuerdo") y de la labor de los medios de comunicación (43,0 % "de acuerdo" y 36,0 % "parcialmente de acuerdo"). En el ámbito de lo personal, se percibió un impacto menos pronunciado, aunque todavía bastante generalizado, y un porcentaje más reducido de los participantes sintió haber cambiado después de la crisis (36,3 % "de acuerdo" y 31,9 % "parcialmente de acuerdo") y haber adquirido nuevas habilidades para gestionar la salud (30,4 % "de acuerdo" y 50 % "parcialmente de acuerdo").
En ningún caso se detectaron asociaciones con la diferente situación de los participantes.
4 Discusión y conclusiones
Los resultados de este trabajo proceden de una encuesta realizada durante la última semana de confinamiento por la crisis sanitaria de la COVID-19 en España, que contó con la participación de 95 personas. El objetivo era describir algunos aspectos del comportamiento informacional de las personas participantes y detectar posibles asociaciones con diferentes características de la situación, que se caracterizó desde el punto de vista laboral, de la salud y familiar o de convivencia durante el confinamiento. La muestra no es representativa de la población española y está representada principalmente por mujeres (70,5 %), personas con estudios universitarios (69,5 %) y residentes en la Comunidad de Madrid (78,9 %).
La encuesta destacó el importante papel de los medios de comunicación tradicionales (periódicos, informativos y otros programas televisivos) para comprender la pandemia y aprender a protegerse del contagio; lo cual está en línea con otros estudios sobre las fuentes de información en desastres naturales que apuntan a su función en difundir información (Pang; Karanasios; Anwar, 2020). De los medios sociales, la encuesta destacó, en particular, su función en el entretenimiento, aunque también se utilizaron a menudo para comprender la pandemia y aprender acerca de ella. Los medios sociales se percibieron más participativos que los medios de comunicación tradicionales, en dimensiones como sentirse parte de un colectivo, aunque solo por menos de la mitad de los participantes. En general, tanto los medios de comunicación como los medios sociales no se percibieron como medios que favorecieran la participación.
Con relación a la información oficial, procedente de instituciones nacionales o locales, hospitales, centros de investigación, policía o guardia civil, en una cuarta parte de los casos no ha habido interacción con las instituciones con el objetivo de obtener información, mientras que en aproximativamente el 40 % de los casos las páginas web institucionales se habían utilizado para realizar trámites u obtener información. Aproximadamente un 30 % de los encuestados declaró haber accedido a información oficial mediante canales más informales como el teléfono y las redes sociales. El rol preponderante de las instituciones en la difusión de la información en las crisis sanitarias o los desastres naturales está fuera de cuestión. Según Pang, Karanasios y Anwar (2020), los interlocutores institucionales serían especialmente importantes para las personas mayores, que tienden a ser reticentes a la hora de pedir ayuda. Para este colectivo más vulnerable, sugieren mayor "accesibilidad social" de los actores institucionales, aluden a la necesidad de que estos estén disponibles, sean visibles en el terreno y estén abiertos para interacciones más informales con la población mayor. Lopatovska y Smiley (2013) también reiteran la necesidad de que las instituciones conecten proactivamente con la población mediante la utilización de todos los canales de información disponibles. En este sentido, los resultados de esta encuesta dejan entrever un contacto limitado entre la ciudadanía y las instituciones con el objetivo de obtener información durante la crisis, aunque las características demográficas de la muestra no ponen en evidencia a un colectivo vulnerable más necesitado de este tipo de interacción. No obstante, plantean la cuestión de conocer con mayor detalle los flujos de información entre las instituciones y los colectivos más vulnerables.
Las características de la información que se consideraron más útiles son, entre otras, la fiabilidad y la autoridad de la fuente de información (fuentes oficiales y expertos), la adecuación de la información a los conocimientos previos de las personas que participaron, tanto en términos de comprensibilidad como de posibilidad de integrarla con los conocimientos previos de cada persona, y la complejidad, pues la posibilidad de contrastar la información o el hecho de plantear diferentes puntos de vista fueron valorados como útiles por muchos participantes. Características de la información más típicas del conocimiento experiencial o basado en la experiencia personal y de primera mano dividieron la muestra, especialmente con respecto a la información basada en experiencias personales o procedente de la red de contactos personales. Las personas que valoraron la utilidad del conocimiento experiencial enfatizaron las vivencias del personal sanitario y de todo el personal técnico que había estado en primera línea. A pesar de que la comunidad bibliotecaria reconoce con plenos derechos la valía del conocimiento procedente de las vivencias personales (Saunders; Budd, 2020) y de que la información procedente de otras personas en algunos casos tiene un papel fundamental en los desastres naturales (Lopatovska; Smiley, 2013), la muestra estudiada en este trabajo no reconoció una gran utilidad a la información experiencial. Atendiendo a la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas que citábamos anteriormente (Centro de Investigaciones Sociológicas, 2020), la gran circulación de noticias falsas y bulos puede haber generado cierta desconfianza hacia todo conocimiento que no procediera de fuentes oficiales y explicar la poca utilidad que se atribuyó a la información basada en experiencias personales.
En cuanto a las características más destacadas del comportamiento informacional durante este periodo, el 64,1 % de las personas encuestadas sintió que la situación la obligaba a estar informada y el 59,8 % consumió, en general, más información de lo habitual. El ejercicio activo de determinadas competencias informacionales, como cuestionarse la fiabilidad de la información o buscar confirmación en diferentes fuentes, se dio a menudo para aproximadamente la mitad de las personas participantes; mientras que otras competencias informacionales, como compartir la información o detectar sus contradicciones, fueron menos frecuentes. Es imposible decir si esta actitud ha sido mayor o menor que en otras circunstancias, pero queda el hecho de que la muestra se dividió en estas dimensiones más que en otras. Solo algunos participantes sintieron que la información les generaba a menudo ansiedad, mientras que prácticamente nunca la información pudo aliviar esa ansiedad.
La crisis sanitaria ha tenido un impacto importante en la vida de las personas encuestadas, pues en todos los aspectos sometidos a evaluación se observaron cambios, aunque con intensidades diferentes. La gran mayoría de las personas encuestadas manifestó estar de acuerdo en la necesidad de una cultura más participativa (75,3 % "de acuerdo") y de contrastar la información (73,3 % "de acuerdo"), lo que confirma los resultados sobre la escasa capacidad participativa de los medios de comunicación, tanto tradicionales como sociales, así como sobre la mayor utilidad de la información veraz. Aproximadamente un 80 % declaró ser más consciente de las limitaciones de la ciencia (52,8 % "de acuerdo" y 30,3 % "parcialmente de acuerdo") y de la labor de los medios de comunicación (43,0 % "de acuerdo" y 36,0 % "parcialmente de acuerdo"). En el ámbito de lo personal, se percibió un impacto menos pronunciado, aunque todavía bastante generalizado, y un porcentaje más reducido de los participantes sintió haber cambiado después de la crisis (36,3 % "de acuerdo" y 31,9 % "parcialmente de acuerdo") y haber adquirido nuevas habilidades para gestionar la salud (30,4 % "de acuerdo" y 50 % "parcialmente de acuerdo").
De los elementos situacionales asociados con el comportamiento informacional, el primero y más influyente fue el hecho de haber pasado el confinamiento con niños, pues la presencia de niños en el hogar dio lugar a un comportamiento diferente en prácticamente todos los aspectos evaluados. Quienes habían pasado el confinamiento con niños utilizaron los medios de comunicación tradicionales con más intensidad de lo esperado en dimensiones relacionadas con la vida diaria (obtener ideas para pasar el tiempo, tomar decisiones del día a día para sobrellevar el confinamiento, y conocer la experiencia de otras personas en situaciones similares). Por otro lado, utilizaron los medios sociales más que el resto de las personas participantes para compartir experiencias. Valoraron como útil, más a menudo que el resto de los participantes, la información que procedía de su red de contactos y de personas parecidas y que planteaba diferentes puntos de vista. Y finalmente, en los hogares con niños se dio menos a menudo que para las demás personas participantes la situación de evitar la información. En general, la presencia de niños en el hogar ocasionó un comportamiento informacional más participativo, dirigido a aprovechar la información para el día a día, mejor predispuesto para con la información experiencial, preparado para aceptar diferentes puntos de vista y reacio a evitar la información. En general, al fomentar un abanico tan variado de prácticas informacionales, la presencia de los niños parece haber fortalecido las estrategias de adaptación a la crisis sanitaria. Existe mucha literatura sobre la crianza de los hijos como una etapa muy intensa en la que se consume información (Lee, 2016; Montesi; Álvarez Bornstein, 2017). Los resultados de la presente encuesta ponen de manifiesto la función primordial, durante la crisis sanitaria por la COVID-19, de este colectivo en fomentar estrategias de adaptación basadas en la información.
En segundo lugar, el haber estado en contacto con el virus también se asoció con algunos de los aspectos medidos. Las personas que habían estado en contacto con el virus utilizaron los medios de comunicación tradicionales más a menudo que las demás para comprender la epidemia, así como los medios sociales más que el resto para encontrar alivio y obtener ideas para pasar el tiempo; debido, posiblemente, a la situación de mayor pasividad a la que se veían relegadas por la enfermedad o a la necesidad de encontrar algún tipo de apoyo. También consumieron más a menudo información y detectaron contradicciones en la información consumida más que los participantes que no habían estado en contacto con el virus, contradicciones que posiblemente se dieron a la hora de aplicar la información a sus casos particulares.
Finalmente, de los elementos situacionales, el hecho de haber perdido el trabajo, aunque temporalmente, fue el que menos a menudo se asoció con dimensiones del comportamiento informacional. Los participantes que habían perdido su trabajo se diferenciaron del resto por haber utilizado más de lo esperado los medios de comunicación tradicionales para "percibir apoyo de las demás personas en mi misma situación". Sin embargo, la pérdida de trabajo no se relacionó con otros aspectos. El hecho de que este conjunto de personas buscara apoyo en los medios de comunicación tradicionales, que persiguen la difusión más que el intercambio de información, delata posiblemente cierta pasividad de las personas que perdieron su empleo.
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